El presidente de la Generalitat, Quim Torra, defiende que los acontecimientos que han sucedido en Catalunya desde el referéndum del 1 de octubre demuestran que solo hay un horizonte posible para la comunidad y es convertirse en Estado: «Hoy sabemos que la independencia de Catalunya es irreversible».
Así lo expone en su libro 'El quadern suís' (Proa), donde repasa en forma de dietario su estancia de un año y medio en Suiza como ejecutivo de una empresa de seguros y en él aborda las singularidades del país, sus conexiones y diferencias con Catalunya, y hasta su amargo final: lo echaron del trabajo.
«Llegué con un futuro profesional brillante en el horizonte y volví a casa con el carné del paro en el bolsillo. La decadencia y caída de un ejecutivo catalán de seguros consumada de manera absoluta», admite Torra que, sin embargo, destaca que a su vuelta a Barcelona supo reinventarse en el mundo editorial.
En la obra habla desde sus preferencias por ciertos quesos hasta de las curiosidades de la industria chocolatera, y las conexiones con Catalunya son constantes: «Suiza no ha querido ser Francia ni Italia ni Austria ni Alemania. Y ha combatido ferozmente para alejarse de los peligros de las asimilaciones perversas».
También combina observaciones sobre la política catalana del siglo XX, el recuerdo del exilio de Mercè Rodoreda en Ginebra, los viajes de autores como Gaziel, Eugeni Xammar y Josep Pla, y la propuesta de una obra de Ramon Llull como manual para las escuelas de negocio.
La parte más política se la reserva para el epílogo, escrito en abril de 2018 y, por lo tanto, solo unos días antes de que el expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont le señalara como su sucesor: acabaría tomando posesión el cargo el 14 de mayo.
Torra expone que la compañía en la que trabajó acabó liderando el mercado europeo de seguros --para luego ser vendida a la competencia-- a través de mejorar, perfeccionar, aprender y corregir una vez y otra, y desliza que es un espejo en el que mirarse: «El independentismo tiene que hacer alguna cosa más que ganar, tiene que defender su victoria».
Y EL JEFE SE DURMIÓ
El presidente catalán también aprovecha para recopilar anécdotas como cuando el máximo dirigente de la empresa, el CEO Herr Bormann, se durmió en la primera entrevista que tuvieron y el director general de la compañía hizo como si no pasara nada y le ofreció «otra taza de te».
La reflexiones de Torra también abarcan su pensamiento económico y expresa en varias momentos una cierta desazón por el capitalismo: «El capital es en 2007 lo que Marilyn era a los sostenedores en los años cincuenta. Cada día más grande, grandioso, incluso global».
«La suya ha sido una victoria impetuosa y rotunda, aunque haya habido que interponer, como afirma Latouche, redes de seguridad (rentas mínimas, subsidios, etc.) para amortiguar cualquier opinión incómoda. El capital ha demostrado tener una tripas capaces de tragárselo todo y listos», razona.
El presidente expresa su contrariedad por decisiones que tomaron sus superiores en la empresa y el 8 de mayo de 2006 escribe en su diario uno de sus comentarios más escuetos: «Tres oxímorons empresariales, cultura de empresa, ética empresarial y retención de talentos».
Torra atribuye parte de su abrupto final laboral en Suiza a un fusión de su empresa que arrastró a varios trabajadores y explica que, antes de despedirlo, le ofrecieron asumir la dirección general de una compañía de seguros online en Madrid, pero lo rechazó.
Desde la distancia de Suiza, Torra evidencia como ya seguía de cerca la política catalana de aquel tiempo, en 2006 y 2007, y entonces lamentaba que «Catalunya ha decidido continuar siendo una provincia de España por los siglos de los siglos», algo que él quiere cambiar durante su presidencia.