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40 aniversario de la Constitución

El Rey reivindica la plena vigencia de los valores constitucionales: reconciliación, entendimiento e integración

Discurso del Rey Felipe VI. | Europa Press

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El Rey Felipe VI ha reivindicado este jueves, en el 40 aniversario de la Constitución de 1978, la «plena vigencia» de los valores que inspiraron la Carta Magna, particularmente el deseo de reconciliación, la voluntad de entendimiento y la vocación de integración, como «pilares esenciales» y «fuente de inspiración» de la convivencia.

«El espíritu de reconciliación, porque la Constitución es un mandato permanente de concordia entre los españoles; la voluntad de entendimiento, a través de la palabra, la razón y el derecho; la vocación de integración, respetando nuestras diferencias y nuestra diversidad, y el ánimo, solidario y generoso, que edifica y cohesiona la fibra moral de nuestra sociedad», ha proclamado en su discurso en el hemiciclo del Congreso de los Diputados.

El jefe de Estado ha compartido la tribuna del Congreso con las Mesas de las dos Cámaras, con la Reina Letizia y sus hijas, Leonor y Sofía. Frente a él, en el centro del hemiciclo, los Reyes Juan Carlos y Sofía, y a su lado los tres padres de la Constitución. Al finalizar el acto, un largo aplauso de los asistentes y de su esposa y sus hijas, acompañado de un par de 'vivas' al Rey.

Felipe VI ha subrayado que bajo la vigencia de la Constitución, España ha vivido «el cambio político, territorial, internacional, económico y social más profundo y más radical de su historia», en lo político, lo económico, lo social, en el ámbito internacional y también en la estructura territorial, con la mayor descentralización del poder político y el reconocimiento y protección de las lenguas, tradiciones, culturas e instituciones.

Gracias a la Constitución, ha dicho, España «vive hoy en democracia y libertad» y es una democracia «plenamente consolidada». Así, ha sostenido que «resolver los desencuentros mediante el diálogo, respetar las leyes y los derechos de los demás, ejercer esos derechos y acudir a los tribunales para defenderlos y cumplir sus decisiones son principios definitivamente arraigados en los comportamientos de los ciudadanos».

Eso sí, ha señalado que ahora es momento de «pensar en el futuro» y seguir construyendo «una España renovada». Para eso, ha llamado a sumar ese inmenso patrimonio de libertades, derechos y bienestar» a una «voluntad de ir adaptando y amoldando» la «manera de hacer y de vivir a la realidad de cada momento, con espíritu crítico pero siempre constructivo».

«Solo así podremos abrirnos al futuro con garantías y solidez, con ilusión y con esperanza», ha dicho, consciente de que las nuevas generaciones tienen el deber de no conformarse sino de mejorar el «ingente legado» de las generaciones anteriores.

En su discurso, Don Felipe ha reconocido el papel de su padre, Juan Carlos I, en el impulso de la monarquía parlamentaria «de forma tan decisiva», con el «apoyo permanente y comprometido» de la Reina Sofía, palabras que han sido recibidas por un largo aplauso del hemiciclo.

De paso, ha recordado que fue la propia Constitución la que afirmó la monarquía parlamentaria, junto a la soberanía nacional, la unidad de España, la separación de poderes y el reconocimiento de los derechos y libertades.

Y además, ha subrayado su propio compromiso de la Constitución y su «lealtad» al pueblo español, especialmente, como jefe de Estado constitucional, desde que en su proclamación inició «una nueva y renovada época para la Corona de España». «La Corona está ya indisolublemente unida, en la vida de España, a la democracia y la libertad», ha remachado.

LA CONSTITUCIÓN «HA PREVALECIDO»

Felipe VI ha defendido los últimos 40 años como «un gran éxito colectivo» pero que «no ha sido fácil», para empezar por las víctimas que ha causado el terrorismo y también porque «España ha tenido que hacer frente «a hechos muy graves, y muy serios», que han afectado a la libertad y también la convivencia. Pese a todo, ha remarcado, la Constitución y el «Estado Social y Democrático de Derecho han prevalecido».

También ha reconocido se han producido en España «errores, equivocaciones e insuficiencias» y que hay «problemas políticos, económicos y sociales muy relevantes», además de la necesidad de preparar a España para el siglo XXI y hacer que llegue a todos los ciudadanos «la prosperidad que la Constitución ayudó a asentar».

VALORES EN LA BASE DEL CONSENSO

Don Felipe ha armado parte de su discurso sobre esos tres valores que ha reivindicado, recordando que son «la base del consenso político y social que resuelve las diferencias históricas entre los españoles y supera una España secularmente enfrentada y dividida».

Reconciliación, ha dicho, de españoles del interior y el exilio, de ideas diferentes, que quisieron legar un futuro donde nadie tuviera que «volver a vivir el sufrimiento, el miedo o el rencor que ellos habían padecido». Entendimiento, ha proseguido, de españoles que quisieron respetar las ideas de los demás y poner fin a la persecución política y a la intolerancia.

En tercer lugar, ha hablado de una «vocación integradora que no supone uniformidad, ni significa olvidar o suprimir la diversidad territorial, ni negar la pluralidad, sino asumir y reconocer a todas ellas en una realidad nacional común en la que caben diferentes modos de pensar, de comprender y de sentir». «Una España, en fin, que es de todos, construida por todos, y sentida y compartida por todos», ha incidido.

HOMENAJE A LOS 'PADRES' DE LA CARTA MAGNA

Felipe VI ha tenido palabras de afecto para los 'padres' de la Constitución y ha citado palabras de todos ellos para defender esos valores de la Carta Magna y subrayar que fue «fruto del acuerdo, no de la imposición». «La Constitución es el gran pacto nacional de convivencia entre los españoles, por la concordia y la reconciliación, por la democracia y la libertad», ha proclamado.

«Un pacto, pero entendido no como mera transacción, sino como unión de voluntades», citando a Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón; «un pacto de coraje y no de debilidad, porque el pacto es el privilegio del coraje», en palabras de Miguel Roca; una Constitución que no «dividiese a los ciudadanos españoles en dos bloques equivalentes y enfrentados radicalmente», sino con reglas del juego practicables para todos los partidarios de la democracia, como decía Jordi Solé Tura.

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