«La sostenibilidad de las dietas va más allá de la nutrición y el medio ambiente e incluye dimensiones económicas y socioculturales», indica la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés).
Uno de los puntos de partida hacia una transformación sostenible es la creación de patrones de nutrición y sistemas saludables, tal y como destaca el Informe sobre el Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo 2019. Según los datos de este estudio, en 2018 cerca de 820 millones de personas en el mundo padecían hambre, esto es, una de cada nueve personas. Además, más de 700 millones de personas han estado expuestas a niveles graves de inseguridad alimentaria.
¿En qué se basa la sostenibilidad? ¿Cuál es el impacto de la producción de alimentos? La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha elaborado una guía con recomendaciones para conseguir una alimentación sostenible. En este sentido, destacan, la sostenibilidad tiene tres pilares:
Según la definición de la FAO, las dietas sostenibles son aquellas que generan «un impacto ambiental reducido y que contribuyen a la seguridad alimentaria y nutricional y a que las generaciones actuales y futuras lleven una vida saludable. Además protegen y respetan la biodiversidad y los ecosistemas, son culturalmente aceptables, accesibles, económicamente justas y asequibles y nutricionalmente adecuadas, inocuas y saludables, y optimizan los recursos naturales y humanos».
¿Cómo podemos llevar a cabo una alimentación sostenible? La OCU expone 10 consejos para los consumidores.
La OCU destaca que el consumo de alimentos de origen animal, especialmente de carne, está por encima de las recomendaciones nutricionales. «Sin necesidad de ser veganos, se puede consumir menos carne, sustituirla por legumbres o convirtiéndola en un ingrediente más de otros platos».
De hecho, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a través del Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático, ha asegurado que una reducción del consumo de carne a nivel mundial es clave para luchar contra el cambio climático ya que la producción ganadera es una de las principales emisoras de gases de efecto invernadero.
Esta cuestión es clave para la sostenibilidad y es una de las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). El ODS 12 para la producción y el consumo responsables señala en una de sus metas que para el año 2030 se debe «reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita mundial en la venta al por menor y a nivel de los consumidores y reducir las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción y suministro, incluidas las pérdidas posteriores a la cosecha».
Aproximadamente, un tercio de la producción mundial de alimentos para consumo humano se desperdicia cada año. Esto es un problema, no solo por la comida, sino por los recursos necesarios para su producción.
Sin embargo, «una menor pérdida y desperdicio de alimentos conduciría a un uso más eficiente de la tierra y a una mejor gestión de los recursos hídricos, lo que tendría un efecto positivo en los medios de vida y en la lucha contra el cambio climático», señala la FAO en una publicación. Por ello, recomiendan seguir estos consejos para evitar el desperdicio:
En el caso de consumir carne y productos de origen animal es mejor optar por aquellos que procedan de producciones extensivas de pasto, «ya que estos animales tiene un impacto social de fijación de población rural, además limpian el campo, lo que previene los incendios, y presentan una huella de carbono mucho más baja que la de la cría intensiva», indica la OCU.
La compra de productos locales o de kilómetro cero es otra de las recomendaciones para fomentar las dietas sostenibles. Se trata de consumir productos fabricados en nuestro entorno, ciudad o país porque reduce el impacto ambiental e incentiva la economía local contribuyendo a mejorar el tejido económico y social.
La compra de productos de temporadas, además de favorecer a la economía local, ayuda a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y favorece la sostenibilidad de la tierra. Estos productos se recogen en su punto óptimo de maduración, por lo que están en el mejor momento de calidad y precio.
La OCU señala que, además de los productos con etiqueta de producción ecológica, «cualquier forma de agricultura que favorezca un uso menor de pesticidas, un cultivo más racional y un adecuado manejo del suelo es mejor, aunque no necesariamente el impacto de los productos sea menor».
Este tipo de transporte es el que mayor huella de carbono tiene por kilo de producto, según la OCU. Por esta razón es recomendable evitarlo cuando sea posible y optar, como se ha comentado anteriormente, por productos de proximidad.
Esta es una mejor opción a la hora de realizar la compra, pero siendo responsables y conservándolos bien para evitar el desperdicio de alimentos. «Los productos a granel disminuyen el impacto del envasado», pero de esta manera la caducidad es más corta y debe conservarse de forma adecuada.
A la hora de adquirir determinados productos como el café o el cacao, procedentes de otros países, es recomendable elegirlos de comercio justo para favorecer a la sostenibilidad social y económica de los países productores. Un estudio de la OCU sobre consumo sostenible reveló que un 49% de los consumidores comprometidos declaran comprar productos de comercio justo y ecológicos.
¿En qué consiste el comercio justo? Según la definición de la Organización Mundial del Comercio Justo (WFTO, por sus siglas en inglés), se trata de «un sistema comercial basado en el diálogo, la transparencia y el respeto, que busca una mayor equidad en el comercio internacional prestando especial atención a criterios sociales y medioambientales. Contribuye al desarrollo sostenible ofreciendo mejores condiciones comerciales y asegurando los derechos de productores/as y trabajadores/as desfavorecidos, especialmente en el Sur».
Los productos que provienen de comercio justo presentan un sello indicativo que puede ser el WTFO o el FLO (Fairtrade Labelling Organization).
Para fomentar una alimentación sostenible, una de las principales recomendaciones es adquirir una menor cantidad de productos procesados y priorizar los productos frescos ya que su origen siempre está presente.