La septicemia o sepsis es una respuesta extrema del organismo ante una infección que resulta potencialmente mortal. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) subrayan que se trata de una emergencia médica que requiere una pronta identificación y rápida intervención.
La reacción del organismo ante una infección suele limitarse a dicha zona afectada, pero en la septicemia la respuesta es sistémica, esto es, se generaliza a todo el cuerpo. «Normalmente, el cuerpo libera químicos en el flujo sanguíneo para luchar contra una infección. La sepsis ocurre cuando la respuesta a estos químicos está desbalanceada, lo que desencadena cambios que pueden dañar múltiples sistemas orgánicos», indican desde Mayo Clinic.
¿Cómo es esta reacción en cadena? ¿Cuáles son los signos de alerta? Uno de los más frecuentes es manifestar una temperatura corporal demasiado alta (fiebre) o baja (hipotermia) junto con otros síntomas como escalofríos y debilidad. Por otro lado, la septicemia puede acelerar la frecuencia cardíaca y la respiración, provocar confusión o desorientación, sudores, dolores muy fuertes, y dificultad para respirar.
Muchas infecciones pueden provocar este tipo de síntomas, pero en la septicemia "los órganos comienzan a funcionar mal y el flujo de la sangre hacia ciertas partes del cuerpo se convierte en insuficiente", explican en MSD Manuals.
En este sentido, los casos más graves pueden provocar un choque o shock séptico, que ocurre cuando la presión arterial es anormalmente baja y puede provocar fallos orgánicos potencialmente mortales.
Cualquier tipo de infección por bacterias, virus u otro tipo de microorganismos puede provocar una sepsis, aunque es más común que se deba a infecciones bacterianas. Aquellas que ocurren en el sistema digestivo, en el sistema urinario, en los pulmones y en el torrente sanguíneo son las que presentan más probabilidades de derivar en una septicemia.
Según el informe de Signos vitales de los CDC, las infecciones pulmonares, del tracto urinario, de la piel y de los intestinos son las que con más frecuencia originan esta reacción sistémica en el organismo. "En la mayoría de los casos, no se identificaron las bacterias que causaron la infección que produjo la septicemia. En los casos en que sí se identificaron, las bacterias más comunes fueron Staphylococcus aureus, Escherichia coli (E. coli), y algunos tipos de Streptococcus", aclaran.
En este sentido, la sepsis ocurre cuando «las toxinas producidas por ciertas bacterias provocan que las células liberen sustancias que desencadenan una inflamación». Son las denominadas citocinas o citoquinas. Aunque estas ayudan al sistema inmunológico a combatir la infección, también pueden provocar una «disminución de la presión arterial» y favorecer «la formación de coágulos de sangre en el interior de los órganos», aclaran desde MSD Manuals.
Aunque cualquier persona puede padecer una sepsis, existen una serie de factores que incrementan el riesgo de aparición:
Ante la posibilidad de estar sufriendo una sepsis es vital actuar rápido. Para ello, los profesionales sanitarios tratan inicialmente esta reacción y si se ha producido un shock séptico con antibióticos para aumentar las probabilidades de supervivencia.
Por otro lado, las personas que padecen esta reacción en el organismo suelen recibir líquidos por vía intravenosa de forma inmediata, tal y como explican en Mayo Clinic. Si la presión arterial continúa estando demasiado baja, los profesionales administran medicamentos vasopresores para contraer los vasos sanguíneos y favorecer el aumento de la presión arterial.
En casos muy graves se puede requerir otro tipo de tratamientos como una diálisis renal o un respirador. Algunos pacientes necesitan cirugía para eliminar el tejido dañado por la infección que ha originado la sepsis.