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Vivir cerca de parques y el agua reduce el riesgo en mayores con demencia

Los especialistas esperan estudios complementarios que permitan «ayudar a prevenir o retrasar el deterioro cognitivo leve»

| Madrid |

Vivir más cerca de espacios al aire libre y fuentes de agua puede reducir el riesgo de las personas mayores de padecer angustia psicológica grave, que puede conducir a deterioro cognitivo leve y demencia, según un estudio preliminar presentado en la 75ª Reunión Anual de la Academia Americana de Neurología. Los investigadores definieron la angustia psicológica grave como problemas de salud mental que requieren tratamiento y tienen un efecto de moderado a grave en la capacidad de una persona para participar en situaciones laborales, escolares y sociales.

«Dado que carecemos de métodos de prevención o tratamientos eficaces para el deterioro cognitivo leve y la demencia, debemos ser creativos a la hora de abordar estos problemas», afirma Solmaz Amiri, de la Facultad de Medicina Elson S. Floyd de la Universidad Estatal de Washington, en Spokane (Washington).

«Nuestra esperanza es que este estudio que muestra una mejor salud mental entre las personas que viven cerca de parques y agua desencadene otros estudios sobre cómo funcionan estos beneficios y si esta proximidad puede ayudar a prevenir o retrasar el deterioro cognitivo leve y la demencia», subraya.

En el estudio participaron 42.980 personas de 65 años o más que vivían en zonas urbanas del estado de Washington. Los investigadores analizaron datos del Censo de Estados Unidos y de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades para determinar la proximidad de los participantes a espacios verdes, como parques públicos, jardines comunitarios e incluso cementerios, y azules, como lagos, embalses, grandes ríos y costas.

Los participantes rellenaron un cuestionario para evaluar el malestar psicológico. Respondieron a seis preguntas sobre la frecuencia con que sentían síntomas de depresión y ansiedad utilizando una escala de cinco puntos que iba de cero, es decir, ninguna vez, a cuatro, es decir, todo el tiempo. Las preguntas incluían aspectos como cuántos días no habían podido trabajar debido a la angustia psicológica, cuántos días su productividad se había reducido al menos a la mitad debido a la angustia y cuántas veces habían buscado ayuda profesional.

Las puntuaciones oscilaron entre 0 y 24, con una puntuación media de 2. Se consideró que los participantes que obtuvieron una puntuación superior a 13 en la prueba sufrían angustia psicológica grave. Los investigadores informaron de que alrededor del 2% de los participantes sufría angustia psicológica grave. Del total de participantes, el 70% vivía a menos de 800 metros de una zona verde y el 60% a menos de 800 metros de una zona azul.

Las personas que vivían a menos de 800 metros de espacios verdes o azules tenían un 17% menos de riesgo de sufrir trastornos psicológicos graves que las que vivían a más de 800 metros de espacios verdes o azules. De las personas que vivían a menos de 800 metros de parques y fuentes, el 1,3% sufría trastornos psicológicos graves, frente al 1,5% de las personas que vivían a más de 800 metros. «Nuestra esperanza es que este estudio pueda ayudar a informar las políticas de salud pública en el futuro, desde dónde se ubican las instalaciones residenciales hasta los programas para mejorar los resultados de salud mental de las personas que viven en centros de atención a largo plazo o residencias de ancianos», concluye Amiri.

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