Hablar de digitalización nos lleva directamente a sectores vinculados con la informática, la tecnología, los avances en Inteligencia Artificial y… en definitiva, muchas áreas de actividad relacionadas más con los servicios que con los sectores primario y secundario.
Sin embargo, lo cierto es que la digitalización se extiende cual mancha de aceite por todo tipo de actividades económicas. Y una muestra de ello es lo que se ha venido a llamar la Industria 4.0. Este concepto identifica a la revolución comenzada por la aparición de nuevas tecnologías en el ámbito industrial: la robótica, la Inteligencia Artificial, las tecnologías cognitivas, la nanotecnología o el Internet of Things (IoT), entre otras.
El desarrollo de una Industria con estos avances, ligados indiscutiblemente a las nuevas tecnologías, tiene como objetivo mejorar la eficiencia, la productividad y la toma de decisiones. Sin embargo, en la transición hacia la digitalización y automatización aparecen desafíos para las empresas que no todas son capaces de afrontar.
La imprescindible adaptación a los nuevos tiempos
En primer lugar, esta conversión a los nuevos tiempos implica una inversión inicial muy elevada que tiene como objetivo modernizar las plantas de producción o contratar perfiles expertos en estas nuevas ideas, así como dotar de mejores herramientas a los empleados. En este ámbito aparece como una solución interesante la startup Mesbook, de origen valenciano.
Hay empresas como Mesbook, expertos en fábricas, que son grandes aliados a la hora de contribuir al desarrollo industrial y la adaptación a este nuevo periodo. En el caso concreto de Mesbook, su gran contribución es la inclusión de un software o sistema MES y MOM diferente, una herramienta virtual que permite monitorizar, controlar y registrar las operaciones del proceso productivo en tiempo real amparado en la experiencia propia en la industria de sus creadores.
Estos sistemas MES ayudan, en parte, a superar esa miedo al cambio que hay muchas veces en el sector. En muchos sectores del ámbito industrial, y en particular en las empresas (tanto en el área directiva como en los empleados) sigue existiendo una resistencia a esa transición cultural. La digitalización es un proceso que no siempre es fácil de afrontar, pero irremediablemente hay que hacerlo.
Hay inquietud ante la incapacidad de comprender que la digitalización conlleva beneficios a medio y largo plazo, temor ante la transformación y pérdida de empleos o la obligatoriedad de salir de esa zona de confort en la que se lleva años instalado. Si un operario de una línea de montaje ha trabajado durante años realizando las mismas tareas, es lógico entender que siente miedo ante la robotización o la automatización de procesos.
En este caso, la labor de las empresas pasa por encontrar un equilibrio entre el avance tecnológico y la formación de los empleados, pero siempre pensando en el aumento de la productividad y en mostrarse más competitivos frente al cliente y de cara a otras empresas en el sector.
Ciberseguridad e integración de sistemas heredados
Otros dos retos importantes son la ciberseguridad y la continuidad en el uso de sistemas que pueden quedar obsoletos en el tiempo. Esta segunda zozobra va muy ligada al temor por perder empleos y a la necesidad de hacer nuevas inversiones.
Muchas empresas tienen ya sistemas y equipos en funcionamiento que no son compatibles con las nuevas tecnologías. Por ello, la integración exitosa de este proceso de digitalización supone adoptar y actualizar software y en ocasiones hasta la inclusión de nuevos modos de trabajo en la empresa para acercarse a los nuevos tiempos.
Los sistemas MES/MOM son aliados en este objetivo porque replican al escenario digital todo lo que ocurre en el entorno físico, para que quede registrado y toda la información pueda ser analizada de la mano del Big Data o la Inteligencia Artificial.
Como complemento a esta idea hay que destacar la ciberseguridad. La interconexión de dispositivos y sistemas hacen que los sistemas industriales sean escenario atractivo para los ataques informáticos. En este sentido, es vital la puesta en marcha de estrategias de seguridad robustas que protejan la integridad de los datos y eviten interrupciones en la producción.
La industria 4.0 no es el futuro de la industria, es el presente. Hoy en día es una temeridad no subirse al carro de la digitalización, ya que la no adaptación supone una pérdida absoluta de competitividad y hasta el final de la actividad económica.