Vergüenza por el acto vandálico cometido por ese individuo, que no persona, profanando la lápida existente en la catedral. Vergüenza por los miembros del Gobierno de la Segunda República que en nombre de la «legalidad» y la «libertad» promovieron, planearon y ejecutaron la atroz persecución contra religiosos, laicos, seglares, militares, católicos y, en general, gentes de bien en toda España por el odio a la fe y a la religión y que desencadenó la tortura y el asesinato de tantísimos mártires.
Vergüenza por la mal llamada «desmemoria histórica» porque mientras ensalza y recuerda a las víctimas de un bando olvida y hasta desprecia a las víctimas del otro. Que descansen en paz las víctimas de los dos bandos y que actos vandálicos como el del otro día en la catedral y otros similares no vuelvan a repetirse.