El pasado 7 de agosto tuvo lugar la eutanasia de nuestro querido gran amigo José.
Ante todo, darle las gracias, esté donde esté, por habernos dejado acompañarle en ese momento, y por habérnoslo puesto tan fácil con su fortaleza y serenidad.
Fue una ceremonia intensa, muy emotiva, y en palabras de todos: bonita. José era budista y se fue feliz.
Los que asistimos, invitados por él, tenemos creencias y opiniones diversas respecto al sufrimiento, la muerte, la eutanasia... le respetamos y acompañamos pues así era su deseo.
El proceso anterior fue de muchas dudas, reflexiones, altibajos emocionales, divagaciones, miedo, y también de crecimiento personal, empatía, cariño, compasión y sobretodo de humanidad y de amor.
Su mujer, su hija y sus amigos queremos dedicar estas palabras en agradecimiento a todo el equipo médico del hospital Can Misses que asistió a Jose desde el primer momento de su enfermedad hasta el final de su vida y especialmente al equipo de paliativos, un gran ejemplo de humildad, empatía y profesionalidad.
Tras leer un artículo en El País el 24 de agosto sobre la dura eutanasia del psicólogo Ramón Bayés en Barcelona, que coincidió ser el 7 de agosto, sentimos tristeza e impotencia ante las dificultades que algunos encuentran para que su deseo sea atendido con dignidad.
Nos gustaría que cada vez hubiera una mayor conciencia social y reconocimiento de los cuidados paliativos y de todos los procesos de final de la vida.
Entre todos, busquemos la serenidad y mejoremos la sociedad poniendo fácil lo difícil.
En los agradecimientos queremos incluir también a su médico de cabecera y al equipo del Centro de Salud de Es Viver por su importante labor y apoyo en todo el proceso desde el inicio hasta el final. Gracias de todo corazón.