La batería de medidas que piensa poner en marcha el Govern para mejorar su situación financiera pasa, como era fácil adivinar, por una modificación al alza de los actuales tributos que gestiona, y a los que se añade la llamada ecotasa. En conjunto, se quieren alcanzar los 112 millones de euros gracias al incremento de los tipos de impuestos como los de Sucesiones y Donaciones, Patrimonio y Transmisiones, además del gravamen sobre los alojamientos turísticos. Se asegura que los cambios solo afectarán a las rentas más altas, una afirmación que hay que mantener en cuarentena hasta conocer el detalle de los cambios que se introducirán a partir del próximo ejercicio tras la aprobación de los presupuestos.
Impacto económico. El aumento de la presión fiscal es siempre una mala noticia. Un marco tributario inadecuado o exagerado lastra la actividad económica, frena la inversión y, en consecuencia, ralentiza el crecimiento y no ayuda a crear empleo. Es por ello que el equipo que lidera Francina Armengol debe sopesar las consecuencias de unas modificaciones que, al fin y a la postre, pueden acabar restando competitividad a la economía balear. La dificultad estriba en no romper el equilibrio ante unas necesidades sociales crecientes en educación, sanidad y asistencia social. Recuperar el terreno perdido con los recortes de los últimos años en estas tres áreas básicas de las prestaciones públicas hacen inevitable recurrir a la única fuente de financiación disponible en estos momentos para el Govern: la gestión de los impuestos.
Pésima financiación. Hay un aspecto sobre el que la argumentación del Govern es inapelable. Balears está siendo castigada por un sistema de financiación autonómica injusta, una situación que se viene repitiendo desde la creación de la comunitat en 1983, sin que ningún Gobierno en Madrid haya realizado el más mínimo gesto para resolverlo. Este agravio, ya crónico, obliga a los gobernantes a seguir aplicando fórmulas de financiación que castigan a los contribuyentes, a sus propios ciudadanos. Un circuito infernal al que nadie parece querer poner fin.