Seis años después del anuncio del alto el fuego permanente, la banda terrorista ETA ha anunciado que el próximo 8 de abril dará a conocer la localización de los zulos en los que esconde su arsenal de armas en Francia. La decisión ha sido acogida con satisfacción por cuanto representa un paso más hace el fin definitivo de la violencia, pero es del todo insuficiente. El gesto de ETA se explica en la situación de acoso permanente en la que se encuentra toda su ya debilitada estrcutura en Francia y España, cuyos gobiernos se han negado a establecer cualquier tipo de negociación directa; una deslegitimación que acorrala a la dirección de la organización asesina y a la que se le exige, desde todos los ámbitos, su disolución.
Sin marcha atrás. El proceso que se inició en enero de 2011 es irreversible para ETA, resulta impensable recuperar la violencia para obtener objetivos políticos, dentro y fuera del País Vasco. A esta misma conclusión ha llegado la inmensa mayoría de la sociedad vasca, incluídos los sectores abertzales más radicales. La única salida que le queda a ETA es su desaparición, y la entrega de las armas prevista para este próximo 8 de abril sólo puede interpretarse como una fase previa a esa ansiada y reclamada disolución. Queda por ver el modo en que el Gobierno español maniobra, a partir de ahora, para acelerar este proceso que tanto ansía el conjunto de los ciudadanos.
No truncar la esperanza. Hasta ahora, los dirigentes de ETA han percibido con nitidez la firmeza política y social de España en la vía hacia su desaparición. La estrategia están dando, a la vista de los últimos acontecimientos, buenos resultados. Por tanto, es preciso perseverar en esta misma línea manteniendo claro el objetivo final en un tema tan complejo y delicado como es el de la violencia de ETA, que tras décadas de terror acumuló dejó una estela de un millar de asesinatos; el último de los cuales tuvo como escenario, precisamente, Mallorca.