La decisión adoptada el pasado viernes por la asamblea de Més per Menorca, convocada con urgencia, centrada en abandonar el Govern como reacción a la destitución de la titular de la Conselleria de Transparència, Cultura i Esports, Ruth Mateu, está comenzando a ser cuestionada desde distintos sectores de la formación. Dejar en minoría el Govern que preside Francina Armengol es una cuestión de la máxima gravedad, que merecen una relfexión más profunda que la derivada de una convocatoria precipitada y minoritaria como la que tuvo lugar en es Mercadal. Plantear la crisis institucional como una cuestión territorial –una pugna entre Islas– o partidista es un error por parte de los responsables de Més per Menorca, que deberían replantearse su postura.
Palanca negociadora. El diputado y portavoz de Més per Menorca –que cuenta con tres escaños en el Parlament–, Nel Martí, es uno de los promotores de la airada salida del Govern. No se oculta que con la nueva posición, Més per Menorca pretende obtener una posición más ventajosa en la negociación de más recursos para el Consell insular que también cogestiona; para ello cuenta con los valiosos votos que necesita Armengol del Pacte. Es, en definitiva, una estrategia similar a la que ya utiliza Podemos en la Cámara balear. Este utilitarismo entraña un serio peligro de aislamiento de Més por Menorca, que corta de hecho sus relaciones con el PSIB y Més per Mallorca.
Errores de Mateu. La continuidad de Ruth Mateu en el Govern era insostenible desde el mismo momento en que trascendió que su departamento, responsable del área de Transparència, ocultó de manera deliberada algunos de los contratos menores con las empresas del exjefe de campaña de Més. En este contexto se comprende que Armengol opte por buscar un político independendiente y de prestigio para garantizar la limpieza contractual de la Administración autonómica; quizá es la única fórmula para recuperar la credibilidad perdida.