El resultado final de la moción de censura presentada por Podemos contra el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, no deparó sorpresas. La iniciativa que defendió Pablo Iglesias fracasó numéricamente en las votaciones, aunque dejó un poso que resucita la posible alianza con el PSOE para desbancar al PP del poder. Esta es quizá la principal novedad de un debate que ha confrontado formas y fondos antagónicos en el concepto de la política que tienen Rajoy e Iglesias, los cuales intuyeron que no se estaba ante un debate de mero trámite; la legislatura iniciaba un nuevo rumbo de destino todavía incierto.
La corrupción, el lastre del PP. Iglesias, al igual que Irene Montero, construyó un discurso directo contra la línea de flotación del Gobierno y del PP: la corrupción. Los esfuerzos de Rajoy por distanciarse de los casos que salpican a buena parte de la anterior estructura de su partido no logran el efecto deseado, las irregularidades pesan como una losa y restan credibilidad al discurso político. Sin embargo, así se ha evidenciado en las confrontaciones electorales, la mayoría de los ciudadanos sigue apostando por la estabilidad y solidez económica; principales valores del líder conservador.
Apuesta de futuro. Al margen de los exiguos apoyos que logró Pablo Iglesias, su propio grupo y los independentistas de ERC y Bildu, el principal rédito que obtuvo fue el de abrir vías de diálogo con el PSOE de cara a un eventual acuerdo en el futuro. El dirigente de Podemos flexibilizó su relación con los socialistas, incluso admitió sus errores del pasado. Todo indica que la moción de censura fue más que un mero gesto político por parte de Podemos, del desarrollo del debate es fácil adivinar un cambio de estrategia encaminada a cohesionar las principales fuerzas de izquierda para desbancar al PP. El principal obstáculo sigue siendo el imposible entendimiento con Ciudadanos, el sostén imprescindible del PP y Rajoy en el Gobierno.