La situación en el puerto de Vila necesita una reflexión muy profunda por parte del Ayuntamiento de la ciudad. Los empresarios, casi de forma unánime, dicen que los ingresos han bajado considerablemente respecto al año pasado. Algunos comercios que habitualmente cerraban a la una de la madrugada ahora lo hacen a las once de la noche. Simplemente no hay posibles compradores y los comerciantes prefieren cerrar en lugar de tener abierto inútilmente. La peatonalización del paseo de Vara de Rey, que tiene muchos aspectos positivos, ha cambiado el tráfico y se ha creado un tapón que perjudica sensiblemente al puerto. Eso lo denunció este periódico hace semanas y no hubo prácticamente respuesta por parte del Ayuntamiento de Vila, al margen de algún tuit habitual de los concejales que suelen reaccionar mal, tarde y con ironía cuando se critican los aspectos negativos de su gestión.
Privilegio. Da la sensación de que ni siquiera el Ayuntamiento de Vila es consciente del puerto tan privilegiado que tiene, abierto a la ciudad, próximo al núcleo urbano y con unas vistas difíciles de igualar. Decir que es uno de los puertos más bellos del Mediterráneo no sería exagerar en absoluto. Sin embargo, el reclamo que debería tener el puerto por su belleza no se traduce ahora mismo en rentabilidad económica. Lo dicen los comerciantes, pero también los restauradores. Hay menos clientes y los que hay gastan poco. Ante estas señales de alarma convendría hacer una reflexión y analizar cuáles son los problemas reales.
Mejorar el tráfico. La peatonalización, sin duda, es un avance para los ciudadanos. No hay discusión posible en este aspecto, pero habría que buscar alternativas para que sea una zona más accesible. Es difícil de imaginar un puerto vacío de comercios y restaurantes, pero si no hace nada al respecto se corre el riesgo de perder muchos de los encantados que tiene la zona. Por eso hay que estudiar a fondo el problema y actuar. Y, sobre todo, no ridiculizar a los que advierten de lo que está ocurriendo.