La inauguración oficial del Palacio de Congresos de Palma, acto que contó con la presencia de los Reyes, supone la culminación de una infraestructura pública sobre la que debe pivotar buena parte de la política turística. La desestacionalidad de la oferta turística tiene en el Palacio de Congresos una pieza básica, fundamental; y así lo han entendido incluso los que fueron sus detractores. Sin embargo, la inauguración ha estado marcada por la polémica entre el hotelero Gabriel Escarrer, presidente del grupo Melià, y algunos dirigentes que apoyan al Govern.
La polémica ecotasa.
Gabriel Escarrer no desaprovechó su intervención para reivindicar ante el Rey lo que necesita la industria turística. Reiteró su oposición a la ecotasa y, especialmente, a que se duplique. Escarrer se hizo eco del sentir generalizado entre los hoteleros. La presidenta Armengol hizo, por su parte, una defensa de esta figura tributaria como herramienta de redistribución de la riqueza que genera la actividad turística. Lo políticamente correcto hubiese sido que todas las intervenciones se hubiesen movido en el más estricto plano protocolario, pero se hubiese falseado la realidad y obviado la necesidad de analizar cómo debe ser el modelo turístico y las reglas de juego que marquen su futuro. En este sentido, las palabras del empresario y de la presidenta deben calificarse de muy positivas.
La derivada parlamentaria.
Las discrepancias de Gabriel Escarrer y el Govern sobre la ecotasa no sorprenden, pero sí resulta muy preocupante la reacción del portavoz de Més, David Abril, al reclamar –con una iniciativa parlamentaria– la investigación tributaria de la familia Escarrer. Estamos ante un comportamiento inaceptable por el hecho de discrepar de la política turística del Pacte. Lamentablemente, el Govern ha callado ante el ataque a uno de los empresarios más prestigiosos de las Islas.