Los importantes baches y socavones que se presentan muchas calles de la ciudad de Ibiza no son algo anecdótico. Algunas de esas vías son de titularidad municipal y otras dependen del Consell, pero el ciudadano tiene que sufrir de forma habitual el mal mantenimiento de las vías públicas, que lamentablemente no están a la altura ni de los impuestos que pagan ni, por supuesto, de una ciudad que presume de ser uno de los principales núcleos turísticos del Mediterráneo. Las imágenes hablan por sí solas y poco más se puede decir. La información decía que los servicios de mantenimiento no dan abasto porque hay muchos baches, seguramente por un problema de origen: deficiente construcción y, evidentemente, falta de mantenimiento. Los baches, además, son un riesgo para los usuarios de motocicletas y bicicletas. Y a veces también para los peatones.
Deficiente mantenimiento.
Debe tener alguna explicación técnica que haya tantos baches en las calles de Vila. O el material que se usa en las calles es de mala calidad o, por el contrario, se tarda demasiado en reparar los desperfectos, por lo que éstos se hacen demasiado grandes. Sea como sea, los responsables políticos deben actuar con un poco de celeridad y responsabilidad. Son ellos los que deben responder ante estos problemas que se encuentran a diario los ciudadanos de Vila, a quienes les interesa más que la ciudad esté en condiciones que los discursos oficiales y las polémicas entre partidos políticos.
Otros problemas.
Lamentablemente los baches no son el único problema de Vila. Las calles tampoco presentan el nivel de limpieza adecuado, no hay aparcamientos suficientes y la ciudad se convierte en un espacio poco accesible para aquellos que intentan acudir de paseo o de compras. Y tampoco conviene olvidar los habituales caos circulatorios que se viven con demasiada frecuencia. Con el actual gobierno municipal la situación no solo no ha mejorado, sino que ha empeorado. Convendría que, a falta de poco más de un año para las elecciones, se pongan manos a la obra. El tiempo se acaba y los ciudadanos juzgarán la gestión por estos asuntos que los políticos deben considerar menores, pero que en absoluto lo son.