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Editorial

Cladera evita la autocrítica del Govern en la riada

Como titular de la Conselleria de Hisenda i Administracions Públiques, departamento que engloba el área de Emergències, Catalina Cladera compareció ayer ante la correspondiente comisión del Parlament para explicar el dispositivo desplegado a raíz de la riada del pasado día 9 en la comarca del Llevant de Mallorca, y en especial en Sant Llorenç. A modo de conclusión puede considerarse decepcionante la intervención de la máxima responsable de la coordinación de todo el despliegue de medios para paliar los efectos de aquella devastadora tormenta, cuyo trágico saldo de trece víctimas mortales conmocionó a toda la sociedad balear. El relato oficial de lo acontecido apenas aportó novedades y pecó de una notable falta de humildad por parte de Cladera y su equipo.

Mucho más que la Aemet.
Como titular de la Conselleria de Hisenda i Administracions Públiques, departamento que engloba el área de Emergències, Catalina Cladera compareció ayer ante la correspondiente comisión del Parlament para explicar el dispositivo desplegado a raíz de la riada del pasado día 9 en la comarca del Llevant de Mallorca, y en especial en Sant Llorenç. A modo de conclusión puede considerarse decepcionante la intervención de la máxima responsable de la coordinación de todo el despliegue de medios para paliar los efectos de aquella devastadora tormenta, cuyo trágico saldo de trece víctimas mortales conmocionó a toda la sociedad balear. El relato oficial de lo acontecido apenas aportó novedades y pecó de una notable falta de humildad por parte de Cladera y su equipo.

Consecuencias políticas.
Cladera perdió ayer la oportunidad de desactivar la bomba política que supone para el Govern su gestión en la torrentada del Llevant, ha quedado a merced de la oposición que, como mínimo, exigirá dimisiones entre los máximos responsables de Emergències. Pretender enmendar los errores anunciando nuevos planes y leyes supone admitir, de manera implícita, que las cosas no se hicieron bien durante las primeras horas de aquella fatídica tarde en la que lo único inevitable fue el diluvio.

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