El hecho inaudito y sin precedentes de que una tortuga boba desove en una playa de Balears, concretamente en Platja d'en Bossa, acaecido el pasado jueves, acarrea sensaciones contradictorias. Por un lado satisface comprobar cómo las instituciones y los servidores públicos se movilizan para proteger al animal y a los 58 huevos que depositó sobre la arena tras escavar un hoyo. Los agentes de la Policía Local de Ibiza, agentes de la Conselleria de Medi Ambient del Govern balear, personal del Ibanat y los profesionales del Centro de Recuperación de Especies Marinas (CREM) y del Consorcio de Recuperación de la Fauna (Cofib), llevaron a cabo una tarea eficiente y coordinada que es de Justicia destacar y reconocer. Gracias a ello, el anfibio pudo desovar sin sufrir daños ni molestias y los huevos pudieron ser recogidos y depositados en un lugar más seguro y propicio para su correcto desarrollo y viabilidad en el Parque Natural de ses Salines.
Mayor temperatura del mar.
Las medidas adoptadas por las autoridades y los técnicos en la materia ayudarán a que las crías de la tortuga tengan más probabilidades de sobrevivir, lo cual es una excelente noticia. Pero a decir verdad, no lo es tanto que suceda un acto natural sin precedentes, como es el desove en un lugar donde no hay constancia de que nunca antes se hubiese producido. Algunos expertos apuntan a que ello es una consecuencia más del cambio climático, ya que el agua del mar está más caliente que de costumbre.
Concienciación medioambiental.
Hechos así, sumados a las cada vez más habituales olas de calor, demuestran que los efectos perniciosos del aumento de la temperatura del planeta no son futuribles, sino que ya están aquí. Es por ello que la sociedad debe presionar y persuadir a sus representantes políticos para que las actuaciones en favor del medioambiente sean tomadas en serio y obedezcan a políticas integrales como recomiendan los organismos internacionales. La protección del medioambiente ya no es —o no debería ser— un asunto de derechas o de izquierdas. La ciudadanía está cada vez más concienciada y exige que sus representantes asuman el ecologismo como algo imprescindible para garantizar nuestro paisaje y nuestro patrimonio natural.