La recuperación en Baleares, este verano, de más del 60% del tráfico aéreo español gracias a las programaciones y la apuesta estratégica a favor nuestra comunidad constituye una sólida señal de la reactivación del turismo, motor de la economía de las Islas. El Gobierno ya ha aprobado el rescate de Air Europa con una aportación de 475 millones de euros, mientras que Air Nostrum ha solicitado un préstamo de 103 millones tras perder 129 millones durante el 2020. Las compañías aéreas, sin liquidez por las restricciones a la movilidad, ya han valorado el cambio psicológico de los visitantes que prefieren viajar a destinos cercanos en su propio país. Y Baleares incrementa su atractivo para el turismo nacional por su proximidad y buenos índices sanitarios. Ser valorado como destino seguro y sin riesgos es la gran baza del archipiélago. Se ha evitado una cuarta ola de la Covid en el archipiélago a costa de mantener en vigor unas severas restricciones que están penalizando especialmente a los bares y restaurantes.
Esta temporada no puede fracasar.
La rapidez y eficacia de la campaña de vacunación, que arrastra una preocupante demora sobre todo en las Pitiusas, adquiere una trascendencia capital. El archipiélago no puede permitirse otra temporada fracasada como la del año pasado, cuando aún no había empezado la inmunización y el incremento de contagios provocó que volvieran a cerrar puertos y aeropuertos, reabiertos precipitadamente. La reapertura turística depende del ritmo de las vacunas, que a todas luces se debe incrementar.
Agilizar la campaña de vacunación.
El Reino Unido, con más de la mitad de su población vacunada, concretará el 17 de mayo los criterios para que los británicos puedan viajar. España es su primer destino turístico. Alemania anuncia que comprará 30 millones de dosis de la vacuna Sputnik y abre la puerta a que otros países de la UE adopten una decisión similar. Porque la prioridad de Baleares consiste en agilizar la lenta campaña de vacunación.