Los datos del paro y la paulatina recuperación del sector turístico tras el bache del año pasado vuelve a poner sobre la mesa el debate pendiente sobre el futuro de la oferta turística de las Islas y la saturación. De hecho, en islas como Menorca e Ibiza ha surgido este verano la reflexión sobre si se debería limitar la llegada de coches a estas dos islas, igual que ha hecho Formentera. Precisamente, la pitiusa sur también aboga por reducir la sostenibilidad y reducir la saturación y, por ello, ha insistido este verano en que se deben reducir las frecuencias marítimas.
El peligro de la saturación.
Este verano han vuelto a darse casos de saturación que perjudican, y mucho, la imagen de Baleares como destino turístico. Los colapsos en los accesos al Caló des Moro y Formentor, en Mallorca, y algunas playas de Menorca e Ibiza, junto con la acumulación de embarcaciones en determinados enclaves de la costa, son una clara advertencia de los peligros que amenazan una actividad que, a la vista está, es la principal fuente de riqueza de las Islas y su principal motor en la generación de empleo. Los expertos hablan sin tapujos de un decrecimiento de la oferta turística, aunque ello parece que implica también destrucción de puestos de trabajo. El dilema no es sencillo de resolver.
Encarar el problema.
El dinamismo de la industria turística balear supone una gran baza para diseñar la hoja de ruta de las próximas décadas, aunque para ello es imprescindible activar foros de diálogo en los que sea posible consensuar el nuevo modelo turístico de las Islas, escuchando a todas las partes implicadas y aportando soluciones reales. Tampoco hay que olvidar que la industria turística genera la mayoría de puestos de trabajo en las Islas y que querer relegarla a un segundo plano no es real ya que del turismo dependen miles de puestos de trabajo directos e indirectos. El reto es importante, complejo, pero no puede seguir aplazándose.