El incidente que protagonizaron en la tarde noche del viernes una veintena de pasajeros de un avión de Air Arabia Maroc en el aeropuerto de Son Sant Joan, cuando inopinadamente abandonaron el aparato para entrar de manera ilegal en nuestro país, debe ser aclarado hasta sus últimas consecuencias. Lo ocurrido, que obligó al cierre durante horas de las instalaciones aeroportuarias –con las consecuencias para el resto de vuelos y pasajeros que ello supone–, no tiene precedentes conocidos y ofrece un relato preocupante; tanto desde la vertiente de la seguridad como de una nueva modalidad de acceso a la Unión Europea de manera irregular. Todavía es una incógnita si lo sucedido fue una decisión espontánea o estaba organizado de antemano.
Puntos oscuros.
Resulta indudable que en Son Sant Joan fallaron los protocolos de seguridad, pero la cuestión central es cómo se llegó a producir la invasión de las pistas, la estampida de parte del pasaje y cómo buena parte de éste se acabó localizando en zonas urbanas relativamente alejadas del aeropuerto como Marratxí o Palma, en un prodigio de orientación sin ayuda externa. Se supone que el aterrizaje se produjo para atender una emergencia médica que se acabó desvelando como falsa, circunstancia que provocó el desvío del vuelo que había salido desde Casablanca con destino a Estambul.
Impacto internacional.
Habrá que esperar el fin de las investigaciones para conocer todos los detalles de la espectacular huída de un avión para acceder a territorio español pero, mientras, es inevitable la preocupación por las derivaciones del hecho sobre la reputación de Palma –y de España, por extensión– en materia de seguridad aeroportuaria. El suceso de Son Sant Joan es un serio aviso para que se adopten todas las medidas necesarias para que no vuelva a repetirse.