La auténtica explosión de contagios que está provocando la variante ómicron de la COVID está teniendo un efectos paralelo en las empresas, las cuales están soportando numerosas bajas laborales como consecuencia de la aplicación de los vigentes protocolos sanitarios de prevención. Las cifras de infectados supone que la actividad económica de determinadas firmas, con independencia de su tamaño, esté seriamente comprometida; al menos durante las próximas semanas. Se supone que se está ante un fenómeno coyuntural y que en el plazo de diez a quince días, según algunos expertos, la curva de contagios comenzará a descender.
Desorden empresarial.
Los directivos de las principales patronales y empresas significativas de diversos sectores no ocultan las dificultades que tienen para poder ofrecer, con normalidad, sus servicios. Las vinculadas con el turismo cuentan con la ventaja de encontrarse en temporada baja, pero las de servicios esenciales o el comercio –que estos días vive uno de sus períodos con mayor demanda– supone que tienen que trabajar con las plantillas muy mermadas. Los efectos de la variante ómicron no se circunscriben al ámbito sanitario, la actividad económica también se resiente.
Revisar los protocolos.
La reducción de 10 a siete días el confinamiento en los contactos estrechos de casos positivos de COVID es una de las medidas más recientes, complementada con la incorporación de las farmacias en la tramitación de las bajas. La meteórica expansión de los contagios no sólo ha colapsado la atención primaria del sistema sanitario, objetivo prioritario a resolver, pero sus consecuencias en el campo de la economía tampoco deberían ser desatendidas. El escenario actual compromete, y mucho, los planes y previsiones de reactivación de todo el tejido productivo, con directas implicaciones en el ritmo de generación de empleo.