La vicepresidenta primera del Gobierno, Nadia Calviño, dibujó en Palma un escenario muy optimista en materia económica para Balears. En su opinión, las Islas están en condiciones de ser «un motor» de la recuperación del país debido, en buena medida, a las excelentes previsiones turística para el inminente inicio de la temporada. De hecho, los principales touroperadores alemanes y británicos advierten de que ya escasean plazas para sus clientes que quieren pasar unos días de vacaciones en el Archipiélago; sin una reserva con antelación no será fácil encontrar transporte y alojamiento. Aunque la coyuntura no puede ser más favorable, los problemas de fondo no desaparecen.
El coste de la inflación.
El que un sector como el turístico, con un enorme peso en el conjunto de la economía balear, tenga unas expectativas tan buenas a corto plazo no puede hacer olvidar algunas cuestiones que todavía amenazan el futuro. El primero, y como admite la propia vicepresidenta Calviño, es el de la inflación cuyo efecto más inmediato es el de reducir la capacidad de gasto de las familias. La principal responsable de la política económica del Gobierno asegura que las tasas de inflación descenderán de manera progresiva durante la segunda mitad del año, pero ello no significa que se equilibre la disponibilidad financiera de las empresas y las familias.
La sombra de la guerra.
Las consecuencias de la guerra en Ucrania es otro de los factores sobre los que es preciso prestar mucha atención, más cuando cada vez son más los analistas que auguran una prolongación importante del conflicto a tenor de las últimas informaciones. España, y por tanto también Balears, se considera un destino refugio del turismo por su lejanía del enfrentamiento bélico, pero sus consecuencias planean sobre los principales países emisores; la cautela es quizá la mejor consejera en las actuales circunstancias.