La ministra de Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, afirmó el lunes que la «credibilidad» de la Unión Europea está en juego tras estallar el escándalo de presunta corrupción y blanqueo de capitales en el Parlamento Europeo para favorecer los intereses de Catar. Al mismo tiempo, la policía belga registró la sede de la Eurocámara, la única institución comunitaria cuyos miembros son elegidos por sufragio directo. Se han realizado otros 19 registros en viviendas y oficinas con la confiscación de 600.000 euros en el domicilio de uno de los sospechosos, centenares de miles de euros en una habitación de un hotel de Bruselas y 150.000 euros en el apartamento de un eurodiputado. Han sido imputados la vicepresidenta del Parlamento de la UE, Eva Kailí, que pertenece a la formación socialista griega PASOK, así como el exeurodiputado Antonio Panzeri, que actualmente dirigía la ONG ‘Luchar contra la impunidad', y cuya esposa e hija fueron detenidas en Italia en relación con el caso.
Confianza, independencia e integridad
Un conjunto de hechos de extraordinaria gravedad y alcance que colocan a esta institución europea bajo el foco de una trama de sobornos y tráfico de influencias, con la acusación de pertenencia a organización criminal, corrupción y blanqueo de dinero que pesa sobre la socialdemócrata Kailí. De ahí que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, lo califique como «una cuestión de confianza de los ciudadanos en nuestras instituciones y esta confianza exige los estándares de independencia e integridad más elevados».
Fallan los mecanismos de control
Es preciso llegar al fondo de este escándalo para depurar responsabilidades y averiguar por qué han fallado los mecanismos de control. La ONG contra la corrupción Transparencia Internacional reclama la reforma de los sistemas de ética e integridad de las instituciones de la UE. Es una necesaria revisión para acabar con una autorregulación que no ha funcionado.