Con el mercado inmobiliario desatado, con cifras astronómicas en las ventas de viviendas y alquileres desorbitados, una de las consecuencias es la imparable proliferación de las agencias inmobiliarias, que en la última década se han duplicado en el archipiélago balear. Sin embargo, un ‘boom' como este plantea ciertos problemas y genera desprotección a los usuarios.
El descontrol en el sector debería, pues, ser regulado para que no repercuta negativamente en la oferta. Como muestra de este auge, el inmobiliario es uno de los pocos sectores de Balears en el que no hay falta personal cualificado. Aunque también es verdad que en muchas ocasiones los vendedores no tienen la mínima formación que debería exigirse a un gremio tan pujante. Desde la crisis de 2008, cuando desaparecieron una parte importante de las inmobiliarias, las agencias se están disparando. Es una consecuencia del despegue vertiginoso inmobiliario.
Timadores y estafas
El principal problema que conlleva esta competencia salvaje es que, como siempre ocurre en todos los negocios boyantes, surgen desalmados dispuestos a estafar y timar a compradores. El caso de Lujo Casa, la mayor estafa inmobiliaria en Balears, marcó un punto de inflexión y en la actualidad, en cuanto se presenta una denuncia contra una agencia, tanto la Policía Nacional como la Guardia Civil actúan de manera inmediata para atajar la sangría de víctimas que pueden caer en las redes de estos desaprensivos sin escrúpulos.
Inversión extranjera
No hay que olvidar que una gran parte de las compras inmobiliarias, sobre todo cuando hablamos de propiedades de lujo, las llevan a cabo inversores extranjeros. Y en medio de tanta pillería pueden ser presa fácil de ciertos maleantes. Así pues, urge regular este sector que parece descontrolado y que crece a la par de las ventas, desbocadas desde hace unos años y cuya proyección parece no tener fin.