Baleares encara la recta final de 2025 y mira de reojo el nuevo año lanzada por su industria turística –su principal motor económico– y sacudida por una explosión demográfica que está transformado muchas cosas en poco tiempo. En apenas una década, las Islas se han convertido en una de las comunidades españolas que mayor aumento poblacional han registrado, superando ya los 1,2 millones de habitantes. Palma, que camina directa hacia el medio millón, es el gran exponente de este crecimiento atómico.
El coste de la vida.
Al margen del impacto cultural y social que está generando la llegada masiva de extranjeros a las Islas, los efectos de este desmesurado crecimiento de la población llevan camino de cronificarse. Casi todos los analistas advierten que el precio de la vivienda seguirá creciendo en Balears durante 2026, una carga que se suma al sobrecoste de la insularidad y que está teniendo un impacto multisectorial. El coste de la vida se ha disparado en el Archipiélago, un obstáculo importante para muchas familias y profesionales. Se calcula que durante los últimos cinco años unos 6.000 residentes peninsulares han abandonado las Islas.
Crecimiento poblacional.
Durante el pasado mes de junio, este diario publicó una encuesta en la que ocho de cada diez ciudadanos de Baleares se mostraban preocupados por el crecimiento de la población. Un 51,6 % consideraba que era de asunto muy alarmante. Sin embargo, el encarecimiento de la vida, con la consecuente dificultad para llegar a final de mes, se situaba como el aspecto que más preocupaba a los isleños, por encima de la emergencia habitacional o la masificación turística. Se trata de dos aspectos que deberían ocupar un espacio preferente en la agenda de los políticos. Es relevante poder comprar una casa, pero también defender la calidad de vida y poder llegar a final de mes.