La sonrojante derrota que sufrió ayer la Peña Deportiva ante el Manacor por un gol a cuatro ha disparado, más si cabe, la crisis deportiva en la que vive instalado desde el comienzo de temporada el conjunto de Santa Eulària. Ahora, con la mirada puesta fijamente en el descenso el equipo se encuentra sometido a una presión que nadie esperaba y que va a resultar muy complicado sacudirse. La Peña navega a la deriva, a pesar de tener uno de los armazones más consistentes de toda la categoría.
Pero la situación en la que se encuentra el equipo no sorprende a ningún aficionado de Santa Eulària. Desde hace varios años, el objetivo del ascenso, o al menos el de intentarlo, que se marca el club al inicio de la temporada queda en el olvido nada más empezar a rodar el balón. Así, van pasando los años y el guión vuelve a repetirse. Lógicamente, el presupuesto del club -cercano a los 40 millones- y la presumible calidad de la plantilla, incluido el cuerpo técnico, son los dos argumentos que siempre se esgrimen para incentivar a la afición. Al final, el resultado siempre es el mismo: un puesto en mitad de la tabla después de una temporada escasa de emociones.
Ahora, con la inquietud que supone luchar por eludir el descenso, quizás se consiga un replanteamiento en los objetivos del club. Si la solución no está en traer a entrenadores que cobren casi cuatro millones por temporada, como es el caso de Iñaki Churruca, ni en rodearse de jugadores con un ya caduco curriculum y que han bregado por todos los campos pitiusos, quizás se deba apostar definitivamente por un fútbol de cantera, una cantera que, por cierto, está en plena efervescencia como lo demuestran los buenos resultados conseguidos en los últimos años por los equipos inferiores del club.