P arece que en la Unión Europea también se dejan las cosas para el último momento y la reunión de los jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad Europea han tenido que realizar una sesión maratoniana que ha terminado con un doble acuerdo: la elección del candidato italiano, Romano Prodi, para sustitur a Jacques Santer en la dirección del gobierno europeo y la aprobación de la llamada Agenda 2000, o sea los presupuestos de la UE para los próximos siete años.
Por lo que se refiere a la elección de Prodi, satisfacción unánime, aunque en diversos grados, porque se ha cerrado una herida y se ha evitado una crisis. Prodi entrará, pues, en su cargo sin traumas que superar porque se ha demostrado que había una firme voluntad de no complicar más aún las cosas en una Unión Europea que acaba de estrenar moneda y enfilar la recta hasta el 2000, que es una especie de mojón más de partida que de llegada.
Por lo que respecta a los presupuestos, podríamos decir que España ha salvado la cara y el presidente Aznar, aunque sin sacar pecho, habla de una victoria porque asegura que los españoles van a obtener más porcentaje y más euros tras la aprobación de las partidas. Como era de esperar, la oposición no saca las mismas conclusiones y el candidato socialista, Josep Borrell, ya habla de clara derrota española en Berlín y de que se han recortado los ingresos nada menos que en doscientos mil millones anuales.
Algo indiscutible sí ha dicho: habrá que esperar a ver todos los números para sacar conclusiones. Mientras tanto, ahí están las dos lecturas: positiva del Gobierno y negativa la de la oposición. Como siempre. Veremos si alguien interpreta bien las cifras y nos explica quién tiene razón. Porque de la dialéctica de los partidos pocas aclaraciones pueden esperarse, como se sabe.