Las agencias de viajes están recibiendo una auténtica avalancha de reclamaciones por el trato que las compañías aéreas han dado a sus clientes en este largo puente festivo. Y no es para menos. La situación no es nueva: cada vez que el aeropuerto de Madrid estornuda, los demás se resfrían. Y estos días de diciembre "como ocurre con regularidad en invierno" la niebla en Barajas ha sido la causante de un caos aéreo que ha afectado a todos los aeropuertos españoles. ¿Por qué? Pues por varias razones, una de ellas el odioso centralismo que practican las compañías aéreas, que hace que cualquier problema en el tráfico aéreo de la capital repercuta en todos los vuelos que salen o entran en cualquier otro aeropuerto español. Quizá este problema en particular tenga solución, aunque ya se sabe que la burocracia y la fuerza de la costumbre pesan más que la necesidad urgente de resolver un problema grave.
Pero no sólo las compañías aéreas tienen parte de culpa en el caos aéreo casi permanente que sufre este país. También hay que señalar a AENA, la entidad que gestiona los aeropuertos españoles, como responsable directa de muchos de los problemas que padecemos: retrasos, cancelaciones y desinformación a los pasajeros afectados.
La niebla sólo es un problema puntual que en ningún país civilizado con peor clima que el nuestro conlleva las consecuencias que a nosotros nos afectan. AENA se excusa aduciendo que Barajas posee un sistema de operatividad en condiciones de baja visibilidad al que las compañías aéreas no se han adaptado. En el fondo, los motivos son lo de menos. Lo importante es que el pasajero, que ha suscrito un contrato con una compañía aérea y lo cumple al abonar el precio del billete, reciba las prestaciones prometidas. Como ocurre en el resto del mundo.