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Editorial

Gore y Bush, herencias distintas

Probablemente no existe ningún otro país en el mundo como Estados Unidos en donde la victoria de un candidato dependa de la campaña electoral, más que de la ideología o el posicionamiento político del votante. Naturalmente que en aquel país existen demócratas y republicanos «de toda la vida», y que la oferta electoral de uno u otro partido sintoniza no precisamente al azar con sectores sociales que habitualmente se caracterizan por ideas más conservadoras o más progresistas. Pero allí, en Norteamérica, el circo electoral es susceptible de mover formidables masas inicialmente indiferentes, e incluso propensas a la abstención. Y en este sentido hay que decir que la jornada del pasado martes, el «supermartes», con elecciones primarias en 16 Estados, amén de perfilar claramente a Al Gore y George Bush como candidatos por sus respectivos partidos, ha concedido una más que regular ventaja al primero en su carrera hacia la Casa Blanca. Gore ha hecho, está haciendo, una «buena» campaña, impensable hace tan sólo unos meses, cuando los sondeos daban a Bush una ventaja de 20 puntos en una hipotética batalla por la presidencia. La torpeza dialéctica "públicamente exhibida" del gobernador de Texas, su inflexible proceder en lo tocante a las numerosísimas ejecuciones que tienen lugar en su Estado y su incapacidad por atraer a lo que en terminología más europea llamaríamos un votante de centro, le han conducido a la actual situación. Gore, por el contrario, está sabiendo explotar el legado continuista como vicepresidente de Clinton, en lo mejor, a la vez que ha tenido la habilidad de desmarcarse de aquellos aspectos que han ensombrecido sus dos mandatos. Bush hace flamear la bandera de la herencia de Reagan, fiándolo todo a su promesa de una rebaja en los impuestos. Gore, heredero de una política de Clinton que ha dado excelentes resultados en materia de asistencia y ventajas sociales, juega en este aspecto con ventaja. Porque ante una herencia como la de Reagan y otra como la de Clinton, es más que probable que un votante indeciso salga de dudas antes del 7 de noviembre.

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