El general Enrique Rodríguez Galindo, el ex gobernador civil de Guipúzcoa Julen Elgorriaga y el teniente coronel de la Guardia Civil Àngel Vaquero ya se encuentran en prisión. La Audiencia Nacional ordenó ayer el ingreso en la cárcel de los más importantes condenados por el «caso Lasa y Zabala» para cumplir las largas condenas que les fueron impuestas por secuestro y asesinato de los dos jóvenes vascos presuntamente relacionados con ETA.
En su auto, la Audiencia justifica el hecho en la gravedad de las penas "71 años para los dos primeros y 69 para Vaquero, aunque no cumplirán ni la mitad", y al mismo tiempo ensalza los servicios que todos ellos han prestado a su país.
Por ello el abogado de Galindo juzgó contradictoria la resolución, pero aseguró que su defendido acogía la decisión con tranquilidad y consideraba que su permanencia en prisión sería «un servicio más a su país». Es difícil comprender el estado de ánimo de alguien que debe separarse de esposa e hijos, de la vida cotidiana y normal, para entrar en una cárcel de la que no sabe cuándo saldrá. Y más en el caso de un hombre de 61 años, como es Galindo. Sorprende su calma en una persona que siempre ha dicho ser inocente. Tal vez se transparente ahí su formación militar, sus cuarenta años en el estamento. Lejos de la desesperación, el general Galindo agradeció la colaboración de la prensa, comentó qué novelas se llevaba a la prisión y se comportó casi como quien emprende un viaje de placer, al tiempo que anunciaba que sus hijos recogerían firmas para solicitar un posible indulto. Quizá en su tranquilidad esté la convicción de que el trance durará poco. Por el momento, aunque la sentencia no es aún firme, se ha hecho simplemente justicia y los condenados ya están entre rejas. Como ocurriría en cualquier otro caso, sin favoritismos.