La coalición PNV-EA ha ganado las elecciones celebradas ayer en el País Vasco sin conseguir la mayoría absoluta pero con un muy significativo incremento de escaños con respecto a los anteriores comicios celebrados en 1998, lo que la convierte en la gran triunfadora frente a un bloque constitucionalista, formado por PSE-PSE y PP, que ha admitido sentirse decepcionado tras los resultados. Una decepción compartida con seguridad por quienes desde visiones centralistas del Estado confundían sus deseos con la auténtica realidad vasca.
Es, también, de una importancia trascendental el descalabro sufrido por Euskal Herritarrok, que pierde la mitad de sus diputados, lo que sin duda pone en evidencia que el radicalismo de esta formación considerada como el brazo político de ETA, está en clara decadencia y pierde el apoyo con el que contó en tiempos de la tregua unilateral.
El PP, pese a todo el empeño puesto en estos comicios, con la presentación del ex ministro del Interior Mayor Oreja como candidato a la Lehendakaritza, no ha conseguido más que un ligero incremento en su representación parlamentaria, mientras que el PSOE ha perdido un escaño e Izquierda Unida experimenta también un ligero crecimiento.
Sin lugar a dudas, PNV-EA son los triunfadores de estas elecciones, a pesar de todo lo que han tenido en su contra. El mapa político de Euskadi, contra lo que pretendían los partidos constitucionalistas, y muy especialmente el PP, no ha cambiado más que en matices muy concretos y se ha reafirmado el voto nacionalista.
Cualquier opción de gobierno pasa ahora por las manos de un PNV reforzado por los resultados de las urnas, con una cómoda mayoría simple, que le permitirá gobernar. En cualquier caso, el bloque PP-PSOE sumando todos sus escaños no puede inquietar a los nacionalistas moderados, sobre los que recae ahora la tarea esencial de construir el futuro de un Euskadi en paz.