Acaban de salir a la luz unos datos que reflejan que el Ayuntamiento de Sant Josep ha dejado de recaudar alrededor de 235 millones desde 1992 porque no ha conseguido cobrar millares de recibos de sus vecinos. La cifra, sin ser alarmante para las arcas municipales, sí resulta preocupante si atendemos a lo que tiene que ser el funcionamiento de un Consistorio, ya que el número de infractores, en vez de reducirse con los años, se ha incrementando hasta alcanzar el millar anual.
En un municipio que tiene censados a más de trece mil habitantes, el hecho de que mil vecinos burlen el sistema recaudatorio de este impuesto es un motivo a analizar. Ya se sabe que en la sociedad que nos ha tocado vivir el ciudadano en muchas ocasiones trata de evitar el pago de los numerosos impuestos, no solo municipales, que le bombardean. La picaresca y la pericia de los contribuyentes han propiciado miles de ejemplos en la sociedad española de cómo esquivar muchas imposiciones monetarias de la administración. La lucha contra los impuestos es una guerra con muchos frentes abiertos, y muchos de ellos en los juzgados.
Picaresca y legislación al margen, la situación que se produce en Sant Josep resulta preocupante por la dejadez manifiesta de su Consistorio, gobernado por el Partido Popular, que no parece capaz de atajar este creciente problema: de los 479 registros que no fueron pagados en 1993 se ha pasado a 1.079 en 1999, el último año que hay datos oficiales. Así, ante estos datos ¿Qué pueden pensar todos aquellos, que son mayoría, que pagan sus impuestos y ven que hay otros muchos que no lo hacen ante la permisividad municipal?. Por respeto y obligación ante sus ciudadanos, el Ayuntamiento de Sant Josep debe poner los medios necesarios para combatir este problema.