El encuentro entre el presidente del Gobierno español, José María Aznar, y el canciller alemán, Gerhard Schröder, ha dejado claras las divergencias que existen entre ambos por lo que respecta a la futura Constitución europea y a la representación que en el futuro deben tener cada uno de los integrantes de la Unión. Alemania, junto con Francia, aboga por un mayor peso de los cinco países grandes, lo que, evidentemente, supondría que el proceso de toma de decisiones fuera menos complejo. Aunque bien es verdad que, por contra, dejaría en manos de estos cinco la posibilidad de vetar determinados acuerdos.
El Ejecutivo de Aznar, por contra, pretende que España, así como otros países de tamaño mediano, tenga mayor peso específico, tal y como se había acordado en Niza. En cualquier caso, parece que las posturas son irreconciliables por lo que a esta cuestión se refiere y todo dependerá de lo que acontezca en las próximas reuniones, en especial, la cumbre que tendrá lugar en Italia en diciembre.
Por otra parte, sí se ha producido un acercamiento importante en cuanto a la política de defensa. Tanto Aznar como Schröder abogan por la potenciación de una fuerza militar común europea, sin que ello vaya en detrimento ni de la Alianza Atlántica ni de las relaciones con Estados Unidos. La posición alemana se ha suavizado algo pasado ya el tiempo desde el estallido del conflicto iraquí y su firme oposición al mismo.
Es más que probable que el encuentro de Aznar con el presidente francés, Jacques Chirac, que se producirá hoy, sea muy similar, puesto que, básicamente las divergencias son las mismas. Sin embargo, Aznar debe defender lo que sea mejor para los ciudadanos españoles. En este sentido, bueno sería que en los próximos meses la posición española pudiera salir reforzada pese a la oposición de los grandes. Eso sí, la tarea no es fácil.