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Editorial

Sesenta años después del desembarco

Al cumplirse sesenta años del desembarco de Normandía, acción que supuso el primer paso hacia el fin de la ocupación alemana y de un período oscuro de la historia del Viejo Continente, los dieciséis países que intervinieron en aquel acontecimiento fundamental del siglo XX han participado en los actos conmemorativos de la efeméride. Es muy significativa la participación, por primera vez en la historia, de Alemania. Su canciller, Gerhard Schröder, afirmaba ayer que habían aprendido la lección y participaba junto al presidente francés, Jacques Chirac, en un homenaje a los caídos en la contienda. De aquella ocupación y del enfrentamiento franco-alemán de entonces ya no queda nada. Ambos países son ahora un eje fundamental en la vertebración de la nueva Europa.

También es destacable la escenificación del fin de las divergencias entre los Estados Unidos y Francia. El presidente estadounidense, George Bush, coincidía con Chirac al señalar que a ambos Estados les unen doscientos años de defensa de las libertades. Con ello, ambos ponían fin a la crisis transatlántica vivida a causa de la guerra de Irak. Además, también se sumó a la celebración el presidente ruso, Vladimir Putin. Una Rusia que ya poco o nada tiene que ver con la Unión Soviética de entonces, que obligó a la división de Alemania en dos y que produjo una tensa guerra fría que sólo ha podido ser superada décadas después.

Pero los protagonistas absolutos de la jornada tal vez fueran los veteranos que ayer revivieron aquella jornada de junio de 1944, el día D, el desembarco que finalmente conduciría al final del régimen totalitario de Adolf Hitler y que permitiría a la vieja Europa reencontrarse con la paz y la libertad.

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