Un total de diecisiete mil alumnos y casi mil cuatrocientos profesores comienzan esta semana el curso escolar en las Pitiüses. La mayor novedad de este año es la puesta en marcha desde la Conselleria d'Educació de un plan piloto que regula el derecho de los padres y madres a elegir la lengua de enseñanza de sus hijos. Este plan, en un principio, se aplicará en dos colegios pitiusos, Can Coix y Es Vedrà, y consiste en que habrá dos profesores por aula, uno de ellos para impartir las clases en castellano y el otro en catalán. La iniciativa, apoyada por un sector importante de los padres de alumnos, también cuenta con sus detractores y a buen seguro estará acompañada de polémica en este inicio de curso. La intención desde la Conselleria es comprobar cómo funciona esta primera experiencia para luego extenderla por otros centros, pero el pulso entre los que defienden la enseñanza total en catalán y los que apoyan sólo el castellano va a tener un nuevo episodio en este curso. Está por ver si la medida será perjudicial o beneficiosa o si causará problemas de integración.
Por otra parte, este curso trae consigo viejos problemas que con los años ninguno de los dirigentes que han pasado por la Conselleria ha sabido solucionar. En primer lugar, la masificación en las aulas, con unos ratios muy elevados: la construcción de nuevos colegios o ampliaciones de otros siempre va a remolque del crecimiento del número de alumnos. En segundo lugar, la interinidad del profesorado, un problema que se arrastra ya desde hace muchos años. Y finalmente, la nula previsión a la hora de acometer las reformas y arreglos en los centros. No es de recibo que a falta de dos días para el inicio de las clases haya colegios que siguen en obras y aplacen el inicio del curso o haya otros sin agua, con las ventanas rotas o con las baldosas que se caen. Así se empieza suspendiendo el curso.