La ministra del ramo ha presentado una serie de propuestas que integrarían la Ley Orgánica de Calidad de la Enseñanza después de ser sometidas a debate entre los colectivos afectados. Como siempre, el polémico asunto de la educación en nuestro país vuelve a primera línea de actualidad causando aspavientos y aplausos a partes iguales. ¿El motivo? Pues básicamente el de siempre: nadie cree que nuestra educación tenga la calidad suficiente y casi nadie que las propuestas que están ahora sobre la mesa vayan a conseguirlo.
El controvertido asunto de la asignatura de Religión, que pasa a no ser computable, es decir, que la nota de esta asignatura no va a contar, está de nuevo sobre el tapete. Este cambio que pretende efectuar el Ministerio de Educación puede ser visto por amplios sectores sociales como un signo de libertad religiosa, si bien no es menos cierto que otros lo pueden considerar una afrenta a la Iglesia católica.
Pero hay más cosas, como la creación de una nueva asignatura que eduque a los chicos en la igualdad y la democracia, cuando probablemente todo eso entre más bien en el terreno doméstico que en el educativo.
De cuaquier forma, se opine lo que se opine de los planes de este Gobierno, un mérito hay que reconocer: lo plausible de que todo cuanto se dice quede enmarcado dentro del epígrafe de las propuestas y no de las imposiciones. Pues cada una de estas ideas irán ahora a debate, de forma que todas las partes afectadas podrán realizar las aportaciones que crean oportunas. Sólo así podrá alcanzarse una reforma educativa que, de una vez por todas, mejore la calidad de la enseñanza en España, luche contra el fracaso escolar y se sitúe en los parámetros que todos deseamos para nuestros hijos.