El pasado jueves el Consell Insular vivió una jornada histórica con la celebración del primer debate sobre el estado de las Pitiüses. El novedoso acontecimiento, a semejanza de los que se realizan en el Congreso, la Comunitat o los consells de Mallorca o Menorca, se saldó con un extenso cruce de acusaciones entre el presidente del Consell, Pere Palau, y la líder de la oposición, Pilar Costa, y dejó otros temas de trascendencia en el tintero. En esta primera vez, el presidente recurrió a un discurso triunfalista arremetiendo contra la gestión anterior del Pacte Progressista y ensalzó las iniciativas populares en materia de carreteras y sobre el PTI. De todas maneras, no faltaron descalificaciones sobre contrataciones a dedo de unos y otros en la institución y sobre gastos de boato, una táctica demasiado habitual en los últimos tiempos entre los dos grupos, que normalmente no dejan en buen lugar ni favorecen la imagen de la clase política.
El recurso de Palau para ensalzar su gestión de arremeter contra la herencia que dejó la oposición en el Consell, ya utilizado por Matas en el debate sobre el estado de la Comunitat, fue muy criticado por Pilar Costa, que reaccionó casi con las mismas armas que utilizó el presidente para atacar la gestión del PP al frente de la institución. Al margen de las descalificaciones habituales en este tipo de enfrentamientos dialécticos, el debate se quedó corto en contenido y en autocrítica: el turismo no es sólo eliminar la ecotasa; ni el medio ambiente, regenerar una cantera, como argumentaba el PP; y tampoco se hace política para favorecer sólo intereses empresariales, como señalaba el Pacte. Además, la aportación de Joan Marí Tur, con un discurso cargado de servilismo, tampoco ayudó a que este primer debate pasara a la historia. Se excusa porque es la primera vez y porque se espera que mejoren en el siguiente.