Balears, la Comunitat Autònoma, regresará el próximo mes de septiembre al Institut Ramon Llull -organismo de promoción de la cultura catalana en el ámbito internacional- tras el acuerdo alcanzado entre el vicepresidente de la Generalitat catalana, Josep Lluís Carod-Rovira, y el conseller balear de Presidència, Albert Moragues. Una muy buena noticia para la cultura que aúna los territorios de lengua catalana.
Sin embargo, conviene tener presentes las razones por las que, en la pasada legislatura, Balears decidió, con la aquiescencia del presidente Maragall, abandonar el Institut Ramon Llull. El reiterado incumplimiento de los estatutos del Institut, que otorgaban la equiparación entre Catalunya y Balears en la toma de decisiones y nombramientos, junto con la prepotencia de la que hizo gala en todo momento la entonces consellera catalana de Cultura, la mallorquina Catalina Mieras, dio argumentos a Matas para ordenar la salida del Institut Ramon Llull y contentar, de este modo, a determinados sectores anticatalanistas del PP de las Islas.
La vuelta de Balears al Institut Ramon Llull debe recuperar el espíritu inicial del acuerdo entre la Generalitat y el Govern, la equiparación en la gestión que garantice equidad en la adopción de decisiones debe ser un principio irrenunciable. La cuestión se antoja más complicada con la ampliación de socios, como es el caso de Andorra, circunstancia que diluirá todavía más la presencia balear en este organismo. Por otra parte, el Govern debe determinar, para evitar duplicidades, los ámbitos competenciales del Institut d'Estudis Baleàrics y el Consorci pel Foment de l'Ús del Català (COFUC) respecto al papel del Institut Ramon Llull.