La gestión que hasta ahora se ha llevado a cabo en España de la gripe A ha sido, en líneas generales, acertada y transparente, con la excepción de lo acontecido en un acuartelamiento madrileño al que se permitió el acceso de visitas escolares cuando ya se habían producido casos de la enfermedad. Y es cierto que se registrarán trágicos casos y fallecimientos, como en el caso de Dalila Mimouni, una joven embarazada que fue rechazada en tres ocasiones en el hospital Gregorio Marañón y que, finalmente, murió a causa de una neumonía, convirtiéndose en la primera víctima mortal de esta nueva patología en nuestro país.
En determinados Estados la convulsión generada por la gestión sanitaria frente a esta pandemia ha generado auténticos terremotos políticos. Tal vez el más serio varapalo haya sido para los Kirchner en Argentina, aunque el Partido de Acción Nacional (PAN) mexicano sufre también un notable retroceso debido a ello, lo que puede devolver la mayoría parlamentaria al Partido Revolucionario Institucional (PRI).
En cualquier caso, lo que debe tenerse presente es que, además de la transparencia informativa, los servicios sanitarios deben estar preparados frente a cualquier eventualidad y evitar siempre que se produzcan casos como el de Dalila. Estamos frente a una pandemia con peligros evidentes, pero no se trata de un brote que presente unas tasas de mortalidad enormemente elevadas. Hay que extremar las precauciones, sin generar alarmas innecesarias, respondiendo con rapidez a cualquier caso que se produzca con los tratamientos adecuados para ello. Y debemos tener claro que tenemos una sanidad pública que puede hacer frente perfectamente a esta situación.