La reunión del pasado viernes de la junta rectora del Consorci Eivissa Patrimoni de la Humanitat, en el que participan Ayuntamiento, Consell y Govern, acordó destinar una partida de siete millones de euros para distintos proyectos de rehabilitación del casco histórico de Vila. Este hecho, que debería considerarse habitual, tratándose del organismo que coordina, promueve y financia las diferentes actuaciones que se llevan a cabo en los bienes reconocidos por la Unesco, por desgracia no lo ha sido tanto en los últimos años. Cuando llegó la declaración en 1999 todos los partidos políticos se mostraron dispuestos a colaborar, de hecho así lo habían hecho para conseguir este galardón. Pero con el cambio de color político en el año 2003, el Consell y el Govern pasaron a manos del PP, mientras que el Ayuntamiento continuaba siendo progresista, y el Consorcio fue arrinconado. Finalmente, fue en 2007, con las fuerzas de izquierda gobernando estas tres administraciones, cuando se acabó por desatascar esta organismo.
Este breve repaso a la historia política del Consorcio sirve para plantear una reflexión que también deberían hacerse los que gobiernan las instituciones: ¿Un organismo tan importante como éste debe estar sujeto a los caprichos de los partidos políticos? Cuando un partido afronta estas situaciones con el único objetivo de sacar beneficio político, es que algo no funciona bien en el sistema. Es preocupante pensar que si las instituciones vuelven a descuadrarse políticamente, da igual que sea a la izquiera o a la derecha, se pongan en peligro las inversiones que se necesitan para conservar la esencia del patrimonio. Para los partidos remar juntos siempre es complicado, pero en casos como éste, resulta necesario.