La destitución del gerente del Àrea de Salut d'Eivissa i Formentera, Francisco Cárceles, ha revolucionado esta semana el clima hospitalario en las Pitiüses. El contestado Cárceles -que desde su llegada ha sido criticado por distintos sectores sanitarios por su falta de diálogo- no ha encajado bien en un área en la que por su propia diversidad, su rotación de personal y sus dificultades intrínsecas necesita un gestor que esté cerca de los problemas de los profesionales. Este hecho, como se ha denunciado desde su llegada, ha provocado el hastío de muchos sanitarios y ha ayudado a la fuga de otros. Si la situación del personal sanitario en las Pitiüses ya es complicada, no ayuda que el encargado de gestionar estos recursos dé la espalda a los problemas.
La noticia del cese llega además en un momento clave para el futuro de la sanidad pitiusa, con el nuevo hospital de Can Misses en el horizonte. Este proyecto merece una atención especial por parte del Govern y debe estar dotado con el mejor y más cualificado personal para que así pueda empezar su andadura en condiciones. Lógicamente el viciado clima que se respiraba hasta ahora en el hospital no ayudaba a afrontar la situación por lo que el relevo parecía la única salida posible para la Conselleria. Es de suponer que la llegada del nuevo gerente servirá para aplacar los encendidos ánimos de los sindicatos y afrontar con una mejor actitud los retos que esperan a la sanidad pitiusa. Sólo en un contexto de colaboración y de implicación mutua entre la Conselleria y los trabajadores se puede afrontar un presente complicado y un futuro que debería ser esperanzador para todos; tanto para el Govern, como para los trabajadores, y sobre todo, no hay que olvidarlo, para los usuarios.