La publicación conjunta por doce diarios catalanes del editorial La dignitat de Catalunya ha levantado una considerable polvareda política, tanto por lo inusual "sólo en la época de la Transición se publicaron unos pocos editoriales idénticos en diversos medios de comunicación de ámbito estatal" como por su contenido. Ante la que se considera inminente sentencia del Tribunal Constitucional, tras un notable retraso, sobre el recurso presentado por el Partido Popular contra la aprobada redacción del Estatut, los rotativos más significados de aquella comunidad autónoma "con cabeceras de ideología antagónica pero en ningún caso próximas al independentismo" consideraron preciso aunar su opinión en torno al próximo fallo "que se intuye adverso" del TC. El contenido del editorial ha recibido el apoyo de la inmensa mayoría de las formaciones políticas catalanas (excepto el PP) y un gran número de organizaciones sociales. El respaldo es casi unánime.
Fuera de Catalunya el editorial ha sido acogido entre la manifiesta frialdad y la hostilidad de algún medio de comunicación, interesado en erigirse en el paladín del españolismo más rancio. La detenida lectura de La dignitat de Catalunya permite llegar a una única conclusión: el respeto por un Estatut que cuenta con el aval de los parlamentos de Catalunya y España y, además, la ratificación de los catalanes en referéndum. En definitiva, no tiene sentido que el TC "cuya actual composición no está exenta de una clara politización" declare inconstitucional un texto que se ha tramitado de acuerdo con la propia Constitución, la misma que admite la pluralidad del Estado, la defensa y protección de las culturas propias de cada nacionalidad o región, la promoción y conservación de las diferentes lenguas que se hablan en España y el autogobierno. Igual que el resto de estatutos reformados, como el balear.