Un leproso es curado por Jesús. La lepra es como una imagen impresionante del pecado. Todos somos pecadores y todos necesitamos del perdón y de la gracia de Dios. El pasaje evangélico nos muestra la oración llena de fe, humildad y confianza de un hombre que necesita la ayuda de Jesús y la pide seguro de que, si quiere el Señor, tiene poder para librarlo del mal que le aqueja.
El leproso se arrodilla postrándose en tierra. Con esta actitud manifiesta su profunda fe y humilde sumisión al Señor. Si quieres, dice, puedes. Y compadecido, Jesús extendió la mano, le tocó y le dijo: Quiero, queda limpio, y al momento quedó curado.
El próximo miércoles, Miércoles de Ceniza, empezamos la Cuaresma. Es el tiempo favorable para convertirnos obrando según Dios. La reconciliación con Dios es lo más importante y conveniente que podemos realizar. Jesucristo, por boca del sacerdote, nos dice: Tus pecados quedan perdonados. Vete en paz. Y en nuestro corazón brilla la alegría, la tranquilidad y la paz. No te desesperes por muchos pecados que hayas cometido, porque la misericordia de Dios es infinita. El pecador se cansará más de pecar que Dios de perdonar. Si contemplo a Cristo crucificado con ojos de fe, me doy cuenta que Él murió por mí, para que mis pecados quedasen perdonados para siempre. El sacramento de la Penitencia o Confesión es uno de los mayores regalos que la misericordia de Cristo nos ha dejado.