Apenas unas horas después de ser elegido líder en Balears, el máximo dirigente de Podemos, Alberto Jarabo, se despachaba a gusto en su primera rueda de prensa.
Decía que Podemos, cuando llegue al poder, no permitirá que los hoteleros dirijan a su antojo la legislación en beneficio propio. Que ya está bien de que las instituciones estén al servicio de los hoteleros, vaya. Quizás Jarabo desconoce muchos aspectos de la política balear, lo cual tampoco es extraño porque se han vivido historias de todo tipo, pero habría que recordarle que fue durante la pasada legislatura, con el Pacte, que se aprobó un decreto, primero, y una ley después, para que los hoteleros pudiesen hacer obras sin permiso. Con un certificado diciendo que lo que hacían cumplía la normativa, los hoteleros podían iniciar obras. Sin licencias municipales ni más permisos. De un día para otro.
En esta legislatura también se han tomado medidas que han beneficiado a la industria hotelera, pero tampoco conviene despreciar que el turismo, hoy por hoy, supone más de la mitad del PIB de nuestra Comunitat. A lo mejor Jarabo se cree que todos podemos vivir de la fabricación de coches, de colectar patatas, o incluso de hacer documentales con subvenciones públicas, pero la realidad es muy diferente. Aquí se vive del turismo y el turismo, por cierto, ha sido clave para que ahora podamos decir que las cosas han mejorado, que se está creando empleo, y que la temporada que viene será de récord. Volver atrás con discursos anticuados, convertir a los hoteleros en poco menos que demonios, ya lo hizo el conseller de Turisme del primer Pacte de Progrés, y le puedo asegurar a Jarabo que el discurso contra los empresarios tiene poco recorrido. Es pan para hoy y hambre para mañana.