En cualquier actividad de la vida que requiera conocimiento, siempre optaríamos por la experiencia antes que por la juventud, característica esta de gran valor e incuestionable suerte.
Por ejemplo, si nos tuvieran que operar y pudiésemos elegir, escogeríamos al cirujano más experto; para viajar en avión al piloto con más horas de vuelo; al espeleólogo más experimentado o al técnico de la lavadora aquel, que sólo con oír el ruído, ya sabe dónde está la avería, nunca un empresario responsable, pondría delante de su empresa a un director inexperto.
Eso no es óbice que aquel cirujano, piloto, espeleólogo o técnico etc... recién terminados en su formación no tengan en ocasiones superiores cualidades, además de también menos años, por lo tanto más juventud y también sean buenos profesionales.
Esta máxima siempre general se cumple en casi todo, excepto en la política española donde la experiencia, la formación, el trabajo realizado e incluso el dinero gastado por parte de los partidos políticos en conseguir todo esto, pasa a papel mojado ante una cara nueva que quede amable en las fotos, que consiga empatía televisiva o simplemente sea agradable a la vista para sus conciudadanos, sin que para ello sea necesario abrir la boca y decir lo que se piensa sobre esto o aquello.
Para ello existen gurús de todo tipo que aunque los elegidos carezcan del conocimiento de la tarea a desarrollar o tengan la sensibilidad hacia los demás de Joffrey Baratheon en juego de tronos, justificarán lo que haga falta para decir que son la persona idónea para concurrir a la confrontación electoral, en función de los intereses de los aparatos de los partidos u otros condicionantes. En muchas ocasiones hasta ganan, provocando auténticos desastres después en la gestión y auténticos desamparos en aquellos que por su cara bonita los votaron.
Hay ejemplos en la derecha y en la izquierda, repitiéndose una y otra vez la misma circunstancia que deja en las listas electorales a los que han hecho de la política su profesión y sólo trabajan para situarse ellos y seguir, siendo secundario los principios y el trabajo, y también aquellos que no durarán más de cuatro años, si llegan, porque aunque jóvenes carecen de cualidades y practica.
Yo me pregunto ¿de qué le ha valido a Alex Minchiotti ajustar las cuentas del Consell Insular de Ibiza? Los consiguientes sinsabores que se tiene que haber llevado por tener que decir a los compañeros no hay dinero para nada mientras no haya déficit cero, si después de conseguir el objetivo marcado (estemos de acuerdo o no con dicho objetivo) es más importante pertenecer a una u otra familia política que lo coloque y que el mérito del trabajo bien hecho, carezca de importancia.
Una vez comprobado que la experiencia y el mérito, no son cualidades a tener en cuenta a la hora de formar equipos de gobierno que desarrollen un buen trabajo en las instituciones y que lo importante es ser joven o de una familia política en racha, no debería sorprendernos las cosas que después suceden.