Hay series que no pasan de moda con el paso del tiempo y que logran durante décadas tocar el resorte de las carcajadas que llevamos instalado en la zona más ácida de nuestro sentido del humor. Es el caso de “Friends”, una comedia que mostraba el lado más simple de nuestras complejas vidas desde la sátira y que cada campaña electoral se reproduce en los pueblos de nuestro país y de nuestra isla a modo de parodia. Me imagino a algunos de nuestros actuales gobernantes representando la escena de la apertura de paraguas al amparo de una fuente y bailando para los espectadores la canción de cabecera en la que nos prometen que “estarán ahí para nosotros, llueva o jarree, como siempre han estado”. Eso sí, le añadirían un par de estribillos muy salaos, en plan ibicenco, a modo de colla de gent bona, con un fondo de chill out para poder pincharla en los lugares de moda de este paraíso en el que vivimos.
A modo de banda de rock nos reconocerían que nuestro trabajo es un chiste, que estamos exprimiendo demasiado a la gallina de los huevos de oro, que pasamos las horas atascados y que hoy no ha sido nuestro mejor día, ni nuestro mejor mes, ni siquiera nuestro mejor año pero que al menos los tendremos ahí para siempre. Y, además, corearán que son muchos, mil amigos aproximadamente, los que se presentan a las próximas elecciones amparados en distintos partidos, los de ayer, los nuevos, los remix que se cambian el nombre pero no las caras ni los discursos casposos… ellos estarán ahí porque nosotros lo estamos para ellos. ¿Lo visualizan?
Con las sonrisas pintadas en distintos actos y mítines y crepitando al albor de las aperturas de discotecas y establecimientos, nuestros particulares Rachel, Mónica, Phoebe, Joey, Chandler y Ross nos prometen estos días desde dentro y desde fuera de la caja tonta que van a hacer nuestra vida mejor o que todo lo que siempre hemos querido vendrá de su mano. La verdad es que, en algunos casos, cuesta creerlos conociéndolos por capítulos anteriores y yo no sé ustedes pero ya que nos ponemos a ver series de ficción prefiero que al menos estas me diviertan por esperpénticas.
Nuestros políticos son en algunos casos muy frívolos, otros demasiado histéricos o acomplejados, los hay que están definitivamente en otro mundo, quienes viven ausentes de luces, los que no sabemos muy bien qué hacen y los que aunque parecen los mejores siempre la terminan liando. Exactamente igual que los protagonistas de esta serie. Como ven, seis personajes que representan, como si de un horóscopo se tratase, a la perfección los caracteres de la mayoría de aspirantes a este juego de tronos que se baraja estos días. ¡Ojo, que también los hay interesantes, inteligentes, preparados y motivados! Pero, como suele ocurrir en este tipo de tramas, suele tratarse de extras a los que no les dan un papel relevante y que no nos duran ni una temporada.
Esto son las Pitiusas y no es Manhattan, pero somos tan internacionales como los neoyorquinos y tenemos cierta tendencia a resolver nuestras cuitas al amparo de un café, o algo más fuerte y más caleta, en un bar rodeados de nuestros mejores amigos. Un nuevo símil con la serie que da título a este artículo.
Solo había una cosa en común en los personajes de Friends y era lo que les unía: todos eran buenas personas, algo que es indispensable para postular a ser un buen profesional de lo que fuere y mucho más de la política.
Sinceramente les aseguro que después de entrevistar durante años a políticos de todos los colores he perdido un poco la fe en los arcoíris y los veo desteñidos y en blanco y negro. En sus bandos tengo pocos “friends” y la mayoría no pasaría mi particular casting. En fin, estaré atenta a lo que ocurre en próximos episodios y en la próxima temporada, cuando veamos si esa canción que nos susurraban al oído los que resulten ganadores se convierte simplemente en un manido tema del verano o si realmente tendrá un significado en nuestras vidas.
Yo sí que les prometo que seguiré aquí… pase lo que pase.