Vicent Serra decidió ayer presentar su dimisión como presidente del PP de Eivissa después del descalabro sufrido por su partido en las elecciones del pasado domingo. Un acto que políticos de países como el Reino Unido llevan a cabo de manera habitual si no obtienen los resultados esperados, pero que en España supone un esfuerzo titánico para nuestros representantes, que prefieren estar a las duras y a las maduras a pesar de recibir un varapalo. Evidentemente, hablamos de José Ramón Bauzá, que debería dar un paso atrás (o tres o cuatro) para dar paso a una nueva generación de políticos que dé aire fresco a una formación que, con la mayoría absolutísima conseguida hace cuatro años, se ha apalancado de mala manera hasta cosechar los peores resultados de su historia.
Pepita Gutiérrez ha aprovechado la ocasión para abandonar el barco ‘popular', un ejemplo que también deberían tomar otros alcaldables de la formación conservadora tras no conseguir el apoyo de los ciudadanos de Eivissa y de Formentera. Aferrarse al cargo después de no haber conseguido los objetivos fijados no tiene ningún sentido y, además, es contraproducente. El PP ibicenco, si quiere seguir siendo un partido de referencia debería empezar la ‘limpieza' donde más polvo se ha acumulado en estos últimos años, es decir, en los municipios de Vila y Sant Josep, y dejarse de guerras de familias que no conducen a nada. Nadie entendió la moción de censura contra ‘Agustinet' y el lamentable espectáculo ofrecido en Can Botino durante esta legislatura. Pero ellos sabrán.