Este domingo en toda la Iglesia católica celebramos la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, es decir, el misterio de la Eucaristía, a través del cual, está presente Jesucristo verdadera, real y sustancialmente. Yendo a Misa todos los domingos, y algunos también más días entre la semana, esta fiesta nos invita a estar cada vez más convencidos de la presencia real del Señor, reavivar nuestros sentimientos de fe y de adoración, de alabanza y acción de gracias. Y la celebración de la Eucaristía acaba cuando el ministro celebrante nos dice: «Podéis ir en paz», que es tanto como decirnos: «Id a practicar la caridad, el amor, la misericordia que habéis visto que Dios tiene con nosotros».
Por eso, el día del Corpus Christi es también el día de Cáritas, el día en el que yendo a Misa tenemos que fomentar y favorecer nuestro ejercicio de la caridad.
A este respecto, los Obispos españoles en la última Asamblea Ordinaria de la Conferencia Episcopal Española hemos aprobado un documento titulado Instrucción pastoral: la Iglesia servidora de los pobres. Con este documento, los Obispos deseamos compartir, con los fieles y con quienes deseen escuchar nuestra voz, la preocupación ante el sufrimiento generado por la grave crisis eco-nómica, social y moral que afecta a la sociedad española y su esperanza por el testimonio de tantos miembros de la Iglesia que han ofrecido lo mejor de sus vidas para atender a quienes más sufrían las consecuencias de la crisis.
A la luz de lo que se expresa con la descripción de la sociedad actual y de las enseñanzas de la Doctrina social de la Iglesia, podemos asumir unas actitudes para hacer un mundo mejor. Esas actitudes que señalamos los Obispos son:
1) Promover una actitud de renovación y conversión, que nos identifique con Cristo y que salga al encuentro de los pobres, siendo instrumentos para su liberación, promoción e integración en la sociedad.
2) Cultivar una espiritualidad que impulse al compromiso social. Sólo el encuentro con el Amor de Dios, puede transformar y purificar los corazones de los discípulos, cambiándolos de egoístas y cobardes en generosos y valientes; de estrechos y calculadores, en abiertos y desprendidos.
3) Apoyarse en la fuerza transformadora de la evangelización, porque el anuncio del Evangelio, fermento de libertad y de fraternidad, ha ido acompañado siempre de la promoción humana y social de aquellos a los que se anuncia.
4) Como consecuencia de lo anterior, profundizar en la dimensión evangelizadora de la caridad y de la acción social, desde el testimonio personal y sin olvidar el anuncio explícito de Jesús. Tenemos, además, el reto de ejercer una caridad más profética. No podemos callar cuando no se reconocen ni respetan los derechos de las personas, cuando se permite que los seres humanos no vivan con la dignidad que merecen.
5) Promover el desarrollo integral de la persona y afrontar las raíces de las pobrezas. Además de atender a las necesidades más urgentes, el acompañamiento de las personas es la base de la acción caritativa: No se trata sólo de asistir y dar desde fuera, sino de participar en sus problemas y tratar de solucionarlos desde dentro.
6) Defender la vida y la familia como bienes sociales fundamentales.
7) Afrontar el reto de una economía inclusiva y de comunión. La reducción de las desigualdades debe ser uno de los objetivos prioritarios de una sociedad que quiera poner a las personas, y también a los pueblos, por delante de otros intereses.
8) Fortalecer la animación comunitaria. Es necesario que la comunidad cristiana sea el verdadero sujeto eclesial de la caridad.
Cáritas, nacional para toda España, diocesana para todo el territorio de la diócesis, y parroquial en las parroquias donde ya está, está llamada a llevar esa obra. Por eso, os animo a que celebrando el Día del Corpus, sintiendo esa presencia de Jesús, os hagáis miembros de Cáritas, colaborando con ella, de modo que vuestro vivir y obrar sea como el de Jesús, que pasó haciendo el bien a todos sin excluir a nadie. Y como decía santa Rosa de Lima: «cada vez que hacemos una limosna, damos un paso más hacia Dios, porque cuando servimos a los pobres y a los enfermos, servimos a Jesús. No debemos cansarnos de ayudar a nuestro prójimo, porque en ellos servimos a Jesús».