Eivissa ha amanecido hoy con un gobierno de izquierdas en el Consell de Eivissa. Es la tercera vez que sucede. Y es la cuarta vez, de forma ininterrumpida, que cambiamos de gobernante después de una primera legislatura; el último presidente del Consell que aguantó más de una legislatura en el poder fue Antoni Marí Calbet, y lo dejó en un ya lejano 1999 (o sea, en el milenio pasado). Después llegaron Pilar Costa, Pere Palau, Xico Tarrés y Vicent Serra, uno detrás de otro; ninguno de ellos consiguió convencer al electorado de que le permitiesen seguir cuatro años más. El poder desgasta, y, en Eivissa, se ve que desgasta el doble. Debe ser la humedad. O el salitre.
Ahora tenemos a Vicent Torres, un perfil no muy alejado del de Xico Tarrés; menos campechano y más frío. Es el tipo idóneo para el Consell de Eivissa: de centro, o casi. Hasta aquí todo sería repetición, la misma apuesta del PSOE, moderada y predecible. Pero esta vez hay un elemento novísimo: cuatro de los ocho consellers del nuevo Govern son de Podem-Guanyem. Y me siento absolutamente incapaz de imaginar qué efecto causará Podem-Guanyem en el Consell; ignoro si hundirán el nuevo gobierno en un año o si conseguirán que la izquierda, por fin, gobierne el Consell dos legislaturas seguidas. Es una gran incógnita.
Lo que es seguro es que, el Consell, desde hace años, es un sitio peligroso para los gobernantes. El Consell hace con sus presidentes lo que el Real Madrid con sus entrenadores: los tritura y los expulsa. Yo soy del Barça. Y de verdad deseo que hayamos encontrado para el Consell de Eivissa un Johan Cruyff o un Pep Guardiola. Me pregunto contra quién tendrá que jugar Vicent Torres los partidos.