Hay un antiguo refrán español que dice: «A Dios rogando y con el mazo dando». Es un bonito refrán, que animándonos a la oración nos dice que cuando deseamos algo bueno está bien encomendarse a Dios pero a la vez hay que hacer todo lo que está de nuestra parte para lograr esa buena finalidad que pretendemos. Me ha venido a la cabeza este refrán en esta reflexión semanal que comparto con vosotros, estimados lectores del Periódico de Ibiza y Formentera, acogiendo, transmitiendo y compartiendo las enseñanzas que nos ofrece el papa Francisco. A este respecto, tras la publicación de su segunda encíclica, Laudato si sobre el cuidado de la casa común, es decir del mundo, de la creación, el Sumo Pontífice ha instituido una Jornada Mundial de Oración por la Creación, jornada que se celebrará -al igual que hacen desde hace varias decenas de años las Iglesias ortodoxas- el 1 de septiembre.
Yo he disfrutado mucho leyendo y meditando la encíclica y en artículos anteriores os he animado a leerla, favoreciendo a ello diciéndoos que el la recepción de la Curia Diocesana, en la Casa de la Iglesia, tenéis ejemplares a vuestra disposición. También en visitas y encuentros con gobernantes de nuestras Islas les he dado un ejemplar de la misma para su conocimiento y sugerencia de ponerla en practica.
Efectivamente, la lectura de esta encíclica es algo bueno para nuestra vida, pues fomenta y favorece nuestra responsabilidad para salvaguardar el mundo en que vivimos, que hemos recibido y que hemos de transmitir a las nuevas generaciones. Se trata de un texto extenso, equilibrado, con una buena llamada ala defensa de la naturaleza, conscientes de que su protección es también una protección del género humano. Poniendo, pues, en práctica las enseñanzas a este respecto del papa Francisco, somos llamados a reforzar nuestras acciones con el recurso, el buen recurso de la oración.
En la convocatoria de esta Jornada, el Papa recuerda, una vez más que, como cristianos «queremos ofrecer nuestra contribución para superar la crisis ecológica que está viviendo la humanidad». Para ello, desde nuestro patrimonio espiritual debemos extraer la ayuda por el cuidado de la oración. El Papa advierte de que «la crisis ecológica nos llama por tanto a una profunda conversión espiritual» que en este caso concreto los cristianos tenemos que sentirnos llamados a una conversión ecológica, que implica dejar brotar todas las consecuencias de su encuentro con Jesucristo en las relaciones con el mundo que nos rodea.
Esta Jornada Mundial por el Cuidado de la Creación, explica el papa Francisco en su carta, «ofrece a cada creyente y a las comunidades una valiosa oportunidad de renovar la adhesión personal a la propia vocación de custodios de la creación, elevando a Dios una acción de gracias por la maravillosa obra que Él ha confiado a nuestro cuidado, invocando su ayuda para la protección de la creación y su misericordia por los pecados cometidos contra el mundo en que vivimos».
Vivimos en un mundo en el que hay muchos desafíos y los cristianos debemos dar respuestas comunes y adecuadas para ser más creíbles y eficaces. Se trata, pues, de vivir esta Jornada del 1 de septiembre participando con nuestra oración, personal y comunitaria, de modo que todos: sacerdotes, religiosos y religiosas, fieles laicos, la vivamos como un momento bueno e intenso de oración, reflexión, conversión y asunción de los estilos de vida coherentes en defensa de la creación para el servicio de todos.